Es la última semana de clases y Hinata Shōyō está emocionado por cursar su segundo año de preparatoria junto a sus mejores amigos. Pero un baile de fin de curso pondrá sus opciones y las de su grupo, de cabeza.
¿Hinata podrá tener correctas las pri...
La gente iba llegando a la fiesta sorpresa. El peliverde pecoso miraba la ventana, luego caminaba de un lugar a otro, escondiéndose de algunas personas para que no lo vieran observando desde arriba. Después de lo sucedido aquel día, lo último que quería era que le hicieran una ronda de preguntas. O peor aún, otra humillación.
Miró su celular, Tsuki le había enviado docenas de mensajes por la aplicación de mensajería, pero no quería abrirlos. No ahora, al menos.
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Este suspiró. Estaba tan cansado y no solo por las actividades que habían realizado para tener todo en orden. Pero estaba a su vez, mentalmente agotado. Sin embargo, debía permanecer ahí un poco más, no quería llegar a casa para fingir que estaba bien. Sabía que su madre se daría cuenta.
Entonces, sintió una presencia detrás suyo. —¿Todo está bien?— preguntó Kageyama.
Tadashi se giró limpiándose una lágrima que caía en su rostro. Sonrió falsamente. —¿No?... sus labios temblaban, no pudo mantener el teatro.
Kageyama puso una expresión triste, no era bueno en aquellas cosas. Ni para escuchar problemas o para dar consejos. Menos para reconfortar a la gente. Así que solo hizo lo que creyó que sería bueno.
El pelinegro avanzó para abrazar a su amigo lo más fuerte que pudo. Lo estrechó en sus brazos e hizo que el peliverde coloque su cabeza en su hombro.
Tadashi correspondió al instante, aunque se sorprendió del comportamiento de su amigo.
—Esta bien si no quieres bajar.
—No... debo hacerlo. — el pecoso se separó ligeramente. —Digo, no estoy emocionado porque todos me vean. Pero yo fui el de la idea de esto. Estaré bien.
—Yams, está bien si no estás bien.
—Lo sé... gracias igual, amigo.
Kageyama le dio una media sonrisa. El peliverde correspondió. En ese momento, Yachi interrumpió.
—Hinata ya llegó, ¿me pueden ayudar a instalar el sonido?
—Claro, un momento.
Ambos siguieron a la rubia escaleras abajo y fueron hacia un rincón, ahí estaba Hinata cerca de la consola de sonido conversando con el dueño de esta, un ex-alumno llamado Eita Semi.
