13. Viernes (parte 1)

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Mansión

Narrador omnisciente


El timbre de la casa retumbaba y sonada sin parar. Tobio Kageyama abrió los ojos lentamente y se giró entre sueños hacia la ventana, pudo apreciar cómo la mañana parecía aún más clara.

"Que extraño..." pensó el ojiazul. "Afuera parece demasiado iluminado para ser tan temprano..."

Y es que la estrella de vóley no había podido pegar el ojo en varias ocasiones, su percepción del tiempo estaba desfasada. Su sueño fue interrumpido por unas extrañas pesadillas sobre Hinata rechazándolo de una y mil maneras.

Ningún sueño había sido positivo.

Si él era honesto, se cagaba de miedo pero sabía que debía decirle a Hinata cómo se sentía. Las ganas de que aquel peli naranja sea suyo, eran más grandes que la vergüenza.

De nuevo, sonó el timbre. Se sentó en la cama adormilado, vio a su hermana y sus amigos aún dormidos en las lujosas camas.

Otra vez el timbre, se frotó los ojos.

"Carajo... ¿quién mierda toca a esta hora?"

Ugh. Mierda, ya voy, ya voy.—Cuando se asomó a la ventana vio a su hermana Miwa Kageyama frente a la puerta de la lujosa mansión, estaba bastante enfadada.—Pero que mierd- ¿¡Miwa!?— Ella le hacía señas al aire desde el primer piso. Luego, el pelinegro bajó corriendo las escaleras para abrirle la puerta a su hermana mayor. —Miwa ¿qué haces aquí?

La pelinegra de ojos azules y cabello corto entró empujando a su hermano. —¡Tobio de mierda! Llevo dos horas llamándoles al celular a Toka y a ti. ¡Ya es demasiado tarde! Aun no recogemos las flores y... — la universitaria de último año se detuvo al instante. Lo observó de pies a cabeza. —¿¡Por qué no estás cambiado!?

Kageyama la observaba molesto. —¿¡Cómo que por qué no estoy cambiado!? ¿Eres loca? Son las cinco de la madrugada.

Miwa bufó y rodó los ojos harta.

En quince minutos entras a clases, Tobio.

.


.


.


¿¡QUE!?

¿¡POR QUE CREES QUE TE REVENTÉ EL CELULAR!?

Tobio suspiró nervioso mientras cerraba la puerta y seguía a su hermana por la casa. —Pero... pero Tsukishima no esta despierto. Él nunca llega tarde, debes estar mal.

Tsukishima junior me vale un pepino. — dejó su bolso en la mesa de la sala y se giró seria hacia su hermano. — ¿Qué hacemos ahora? Si no estamos en cinco minutos en tu escuela, perderemos el depósito de los girasoles.

¿¡QUE!?

La pelinegra volvió a gritar. —¡Deja de decir "QUE" como baboso y ve a cambiarte!

The prom: Una noche bajo ParisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora