ISEKAI KOSMOS: GUERRA POR LA EXISTENCIA

Capítulo 8: UN ENEMIGO QUE NO PODEMOS VENCER

KOSMOS

GUERRA POR LA EXISTENCIA

CAPÍTULO 8: UN ENEMIGO A QUIÉN NO PODEMOS VENCER.

Muchas personas en todo el mundo tienen la creencia de que el color que más bien representa a la naturaleza siempre fue, es y será el verde.

Es el color de las saludables hojas de un fuerte e inamovible árbol que se ha mantenido de pie, soportando la furia de la naturaleza que descendía al reino terrenal a modo de tormentas.

Es el color de la vegetación la cual denota la abundante vida y salud en las plantas, a los prados, a los bosques y a las pequeñas yerbas que se esfuerzan por crecer y alcanzar la luz que ilumina Kosmos.

Lo verde caracteriza al gran y milenario imperio Elf-land, el más hermoso de los cuatro grandes imperios en el cual resalta el mencionado color por todo lo que abarca su territorio.

El color verde representa a la naturaleza, a las plantas, a toda la vegetación y a cierta hermosísima criatura mágica quien desde lo más alto del gran árbol: Pensativa, preocupada y en estado de desasosiego miraba a lo lejos suspirando en una inequívoca señal de mal augurio. Era incapaz de ver algo pues la vista se perdía en el infinito mar de oscuridad que era la noche.

Pero aun siendo incapaz de ver algo, aunque su vista no alcanzara a divisar otra cosa que no sea un inmenso mar de oscuridad, ella era capaz de saber y peor aún, sentir todo lo que estaba sucediendo.

Y lo que era aún peor que eso, solo era capaz de sentir algo: La macabra energía mágica de esa abominación era por mucho superior a todo y a todos. Totalmente incapaz de sentir alguna otra fuente de energía que no sea la de esa cosa. Ni siquiera es capaz de sentir la mágica y extremadamente pura energía que el propio gran árbol emitía pues hasta eso era opacado por tan maligna existencia.

-Este DAIMONAS...- la brisa soplo lo que representaba a sus mágicos cabellos compuestos por la más hermosas y verdes hojas que uno podría imaginar -no parecer ser igual a los otros, se siente muy diferente...- su mágico corazón era incapaz de dejar de latir con insulsa fuerza. Tenía miedo con solo sentir esa asquerosa y maligna energía mágica cargada de muerte, repleta de odio e inundada con los más macabros deseos, sentía que la cabeza le daba vueltas.

-Nunca he sentido una energía mágica como esta, es demasiado diferente- su ser emanaba miedo y preocupación, las raíces bajo sus pies no paraban de mandarle información y estado de la contienda en contra del DAIMONAS -pese a que su energía mágica es baja, aun así, se siente mucho más macabra que la de los DAIMONAS normales, también más que los LORES DAIMONAS... no puede ser que sea un REY DAIMONAS o tal vez un SUPERIOR DAIMONAS ¿Por qué un SUPERIOR DAIMONAS vendría hasta aquí? ¿Qué es lo que busca -.

Nadie sabe quién fue el que los califico ni en que se basó para realizar cierta separación entre esos macros seres, pero alguien fue capaz de darles una jerarquía, mas era para las personas a modo de saber que tan perdidos estaban.

Dio un suspiro -es mi deber como la guardiana y protectora del Gran Árbol ir y ayudar a derrotar al DAIMONAS- callo un momento volviendo a recibir más información por medio de las vides -si esa cosa en verdad es un SUPERIOR DAIMONAS necesitarían de toda la ayuda posible, pero...-.

Desvió la mirada hacia los confines de la ciudad, más precisamente hacia las murallas y con sus mágicos ojos pudo notar un ligero manto protector el cual fungía como un fuerte escudo que por el momento protegía a Gignit.

-Si me alejo del Gran Árbol, el sello protector que cubre a la ciudad caerá de manera instantánea... el Gran árbol me necesita para mantener en pie al sello- se mordió el inferior de sus verdosos labios y arrugo la frente hacia una obvia señal de preocupación -si eso sucediera, cualquier cosa podría meterse y atacar a la ciudad, sería malo, ahora mismo la mayoría de las los guardias se encuentran luchando en esa horrible misión... quisiera ir-.