XXV

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Luego de la conversación con la señora Park, Sana subió hacia el cuarto que compartía con Jihyo, para encontrarla sólo con los pantalones del pijama e hizo señas con enojo al verla entrar sin tocar.

La pelinaranja no detuvo su paso hasta abrazarla, apretando a la chica contra sí, intentando borrar de su cabeza la idea de que su amiga había estado muerta.

Jihyo estaba confundida, pero dejó el abrazo porque le gustaba cuando la mayor la abrazaba así de bien.

Hizo una seña con la mano para preguntar qué le pasaba.

Sana se avergonzó cuando reaccionó en lo que había hecho, e intento apartar la mirada del torso desnudo de Jihyo.

—Eh... No, no, nada es que... — no podía decirle lo que había pasado, sabía que a Jihyo no le gustaba hablar del tema—, soy muy afortunada de tenerte... — murmuró, ocasionando que el rubor subiera a las mejillas de ambas.

Jihyo se colocó la remera del pijama y le hizo una seña a Sana para que ella se agachara un poco, quedando con el rostro a su altura.

Un poco confundida, Sana se inclinó hacia ella.

Un poco más confundida cuando Jihyo se acercó para dejar un beso en sus labios, no supo qué decir durante varios segundos.

— Jih- — la menor colocó un dedo sobre los labios de Sana, haciéndola callar.

La pelinaranja la vió llevar otro dedo a sus gruesos labios, que tenían una pequeña sonrisa, haciendo el movimiento de "Shh" pero sin el sonido.

Y como si nada, se metió en su cama, dándole la espalda a Sana, dejándole entender que no hablarían del tema.

Sana suspiró, tragando todo lo que quería decirle, tocó gentilmente sus labios, pensando que había sido bendecida.

※Mute※ (Adaptación) ① ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora