Capítulo 1

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Esta historia comienza el día de la fiesta de bautizo de Juan David, los hermanos Reyes, habían organizado una gran celebración para recibirlo, sobre todo Franco que era el padrino del pequeño, pero no compartía solo ese puesto, ya que Sara era la madrina y tuvieron que compartir en todo momento muy a su pesar.

FRANCO: Fíjese cómo es la vida, algo nos une de nuevo y esta vez no como vecinos ni como cuñados, sino como padrinos de nuestro sobrino ¿cómo la ve?

SARA: ¿Por qué no me deja en paz Franco? No entiende qué lo detesto y que no quiero que me dirija la palabra.

FRANCO: Yo también la detesto, no la soporto, se me hace mas pesada que un bulto de plomo, aunque hoy esta muy bonita y por lo menos no huele a sudor de caballo, bien.

SARA: En cambio usted sí apesta a azufre del infierno y no es para menos con esa cara de diablo que se gasta.

FRANCO: Mire si la trato bien, no es porque usted se lo merezca, sino porque vino al bautizo de Juan David.





Ni ellos mismos supieron como paso, pero terminaron durmiendo juntos en medio de la nada, al parecer Sara empezó a tomar en la fiesta solo por coraje de todas las cosas que Franco le había dicho, y este no se quedó atrás ya que ambos terminaron muertos de borrachos. Después de unas cuantas copas, y alejados de la fiesta el coqueteo entre ambos era evidente, y entre bromas y risas, Franco fue el que hizo la pregunta del matrimonio.

FRANCO: ¿Y usted se casaría conmigo Sarita?

SARA: ¿Usted y yo casados?

FRANCO: ¿Y por qué no?

SARA: ¿Estaría dispuesto a soportar a esta mujer insípida y con olor a caballo?

FRANCO: Mire, le voy a confesar algo, pero tiene que quedar entre los dos ¿me lo promete?

SARA: Se lo prometo, dígame qué me tiene que confesar.

FRANCO: Usted nunca me ha parecido una mujer insípida, es más puedo decir que hasta me gusta, y eso del olor a caballo fue algo que me invente para hacerla enojar. Mire yo solo he inventado mil excusas para verla, aunque sea para verla rabiar, me están pasando cosas y no entiendo por qué me hace sentir así.

SARA: ¿Así cómo?

FRANCO: Así -la toma de las mejillas y la besa- ¿Qué dice ahora me acepta o no?

SARA: Esto es un error, porque yo le caigo mal a usted y usted me cae muy mal a mí.

FRANCO: En esto tiene usted razón, pero a lo mejor con un beso más podemos llegar a caernos mejor -la besa- ¿Y entonces se casaría conmigo?

SARA: Ni loca Franco, usted sería el último hombre con el que me casaría, porque es un mujeriego y no estoy dispuesta a ser una más en su larga lista de conquistas -toma la botella de tequila- ¡salud!

FRANCO: ¿Cómo esta tan segura de que soy un mujeriego?

SARA: ¿Quiere que le recuerde a todas sus conquistas? Por ejemplo mi hermana, Eduvina Trueba, la cantante esa del bar y quien sabe cuantas más.

FRANCO: Puede que sí, y si lo quiere pensar piénselo, pero no ha contestado a mi pregunta ¿Sara se casaría conmigo sí o no?





Era ya tarde en la noche, y todos estaban preocupados por el paradero de Franco y Sara, ya que desde la tarde no se sabía nada de ellos. Norma ya había regresado a la hacienda Elizondo con el bebé y don Martín. Obviamente Gabriela les preguntó por Sarita, pero ellos no supieron darle una respuesta, ya que no sabían dónde estaba. Gabriela quiso ir a denunciar la desaparición de su hija, pero Norma y Jimena no se lo permitieron, argumentando que Sara era una adulta y que lo mas probable no demoraba en llegar, aunque ellas sabían en el fondo que algo había pasado.

¿Qué pasaría si...? "Un matrimonio un tanto borroso y tormentoso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora