Capítulo 11

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Al encontrarse con Franco, decidieron ir a una cabaña que estaba en los predios de la hacienda Elizondo, pero ninguno de los dos se percató que Fernando llevaba rato siguiéndolos desde lejos. Al entrar, Franco comenzó a besar el cuello de Sarita, pero en cuanto ella se dio cuenta que podía ver el golpe que le dio Fernando se separó de él de inmediato.

FRANCO: ¿Te sucede algo Sara?

SARA: Fernando que no hace más que indisponerme con sus comentarios, diciéndome que tú no eres un hombre para una sola mujer, sino para muchas y que tendré que conformarme con no ser la única y a verte de vez en cuando y a escondidas como una mujerzuela.

FRANCO: Ese desgraciado sigue insistiendo en insultarte.

SARA: Es lo único que ese tipo sabe hacer.

FRANCO: Ven -le ve el golpe en la cara- pues parece que no es lo único que sabe hacer, también sabe golpear ¿no? ¿Ese desgraciado te hizo el golpe que estoy viendo Sara?

SARA: No Franco, me caí.

Franco intentó salir para ir a reclamarle a Fernando por haberla golpeado, pero Sara se lo impidió.

SARA: Franco ¿a dónde vas?

FRANCO: A buscar a ese desgraciado, no voy a permitir que te toque, Sara no permito que nadie te ponga una mano encima, nadie.

SARA: No salgas, por favor, no te busques líos que no son necesarios -lo besa- quédate aquí conmigo.

FRANCO: ¿Y permitir que siga hablando mal de ti?

SARA: Pero por lo menos va a tener una razón para que hable de mí.

Ese fue el gatillante para que Franco entendiera a la perfección a lo que se refería Sara, comenzó a besarla despacio sin ningún apuro, ya poco a poco sus ropas les estorbaban, al punto que terminaron entregándose el uno al otro, como hace tanto lo querían. Ya no les importaba nada en ese momento, solo estar el uno con el otro. Pero ese momento se vería interrumpido, dado que Fernando llevó a Gabriela, para que viera con sus propios ojos en lo que estaba su hija. Entonces para cuándo Gabriela entró en la cabaña, encontró a su hija dormida desnuda junto a uno de sus peores enemigos, Franco Reyes, obviamente puso el grito en el cielo haciendo que estos se despertaran y vistieran lo más rápido posible.

GABRIELA: ¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto? No puedo creer lo que estoy viendo Sarita, no lo puedo creer.

FRANCO: Las justificaciones están de sobre señora y no nos arrepentimos de nada.

GABRIELA: Usted se calla la boca, no me dirija la palabra porque soy capaz de matarlo.

FRANCO: Pues va a tener que hacerlo, pues mi obligación es responder por ella, estoy dispuesto a asumir cualquier responsabilidad ¿me oye? - Gabriela comienza a golpearlo-

SARA: ¡Mamá déjalo!

GABRIELA: -la empuja- ¡No lo defiendas!

FRANCO: Oigame una cosa, no la maltrate o le ponga una mano encima ¿sí? Si quiere agárreselas conmigo, pero si le pone una mano encima no respondo de mí.

SARA: Franco por favor, será mejor que te vayas, déjame que yo arreglo este asunto a solas con mamá.

FRANCO: ¿Y dejar que esta vieja loca te maltrate? Sara te vienes conmigo a la hacienda, es mi responsabilidad protegerte.

SARA: ¡Franco, entiéndeme que debo quedarme a solas con mamá! Nos veremos después te lo prometo.

FRANCO: ¿Y si no quiero Sara?

SARA: Si no quieres, no vas a tener problemas con mamá, sino conmigo, porque yo soy la única que debe responder por sus actos, sin que nadie intervenga en nada.

¿Qué pasaría si...? "Un matrimonio un tanto borroso y tormentoso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora