Capitulo V

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Quod vis semper
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Otra vez esta asechando a Colly en la oscuridad, se había vuelto una rutina renuente para el. Solo que esta vez fue completamente una coincidencia, no como las otras veces que a propósito la seguía. Le gustaba verla estudiar, como pasaba de página en página, tomaba apuntes y de nuevo volvía a su libro.
Podría verla por horas, tenía que admitir que solo eso calmaba las ansias que tenía por seguir en sus asuntos más personales, asesinar, obviamente.
Colette seguía en lo suyo sin percatarse de nada de lo qué pasaba a su alrededor. Tenía la mirada perdida en un gran libro de Herbolaría.
Para ella también se había vuelto una rutina escabullirse por las noches a la biblioteca, prefería La Paz y el silencio de la noche, aunque estaba prohibido y evidentemente tenía que ingeniárselas para evitar ser descubierta. Habían veces que inclusive tenía que esconderse bajo alguna mesa para no ser descubierta.
Tom la había visto un par de veces, le parecía curiosa, pues era como una pequeña niña escondiéndose, como cuando el solía jugar al escondite en el orfanato y se escondía en el closet; el también sentía una adrenalina recorrerle la espina dorsal cada que tenía que esconderse detrás de alguna estantería cuando ella se volteaba a ver qué nadie estuviese por ahí, más de una vez estuvo a punto de ser descubierto.

—¿Y si me acerco? , —pensó, pero rápidamente se le vinieron a la mente mil y una posibilidades, ¿como reaccionaria ella? ¿Se asustaría? Suspiro, —Joder Colette, ¿porque no puedes ser como las otras chicas.

De ser así desde hace mucho ya se hubiera aburrido, pues las chicas fáciles como las que siempre se le insinuaban nunca le llamaban la atención, le gustaban los desafíos.
Y ella tenía todo lo que a Tom le parecía aceptable y atractivo en una mujer, era inteligente, muy lista, desafiante, hermosa, muy hermosa.
Pero también era condescendiente y muy terca, no era manipulable para nada, eso le complicaba mucho las cosas. Tenía en su cabeza un remolino de emociones, y su pecho se sentía apretado cada que pensaba en cómo podía acercarse.
Pero cada que cruzaban una palabra algo salía mal, su ego lo traicionaba, y ella se ponía a la defensiva.

Por un momento bajo un poco la guardia, se sentía atrapado.

Empezó a escuchar ruidos, prefería retirase antes que ella, así que salió primero de la biblioteca, después de los primeros pasillos relajó un poco el paso, sintió un poco más de alivio. Se asomo por una ventana, el viento corría muy fuerte y no paraba de nevar, este invierno estaba siendo uno de los más fríos.

—¿Tom? —reconoció su voz de inmediato, se puso rígido, ¿nervios tal vez? ¿Y si se había dado cuenta de que el también estaba en la biblioteca?, apretó los puños y se mordió el labio. Ella solo estaba parada en medio del pasillo esperando una respuesta.
  
    Pero que bien se escucha su nombre cuando ella lo dice.

Pensó muy bien antes de hablar, ni siquiera volteo a mirarla.

—¿Que haces fuera de tu sala común tan tarde Tennyson? —ahora si volteo a mirarla, y ella fruncía el ceño confundida, llevaba en la mano un par de libros y su bolsa colgada en el hombro, su cabello se miraba muy bien recogido en un moño dejando ver la pálida piel de su cuello.

—No es de tu incumbencia. —le desafío, Tom dio un par de pasos al frente, esa era la actitud que detestaba de ella, tan arrogante. Le clavo la mirada y Colette también lo miro fijamente apretando más los libros en su pecho cuando el se acercó.

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