Yoongi siempre llegaba tarde a todo, por alguna razón el tiempo nunca le alcanzaba siempre volaba de sus manos, nunca tenía tiempo para nada e iba tarde a todo.A clases.
—Señor Min...—Susurró con veneno el profesor de filosofía mirándolo con verdadero desagrado. Mientras Yoongi estaba parado en el marco de la puerta con las mejillas rojas, el sudor bajando por su rostro, la ropa desordenada y cuadernos en su mano.
—Profesor...—Saludó con nerviosismo.
Al doctor.
—Le reiteró joven.—Exclamó la enfermera frunciendo su cejas agotada de la insistencia del pálido.—El sistema funciona de una manera por una razón, usted debía llegar hace quince minutos...Ya perdió su cita, puede re agendarla para la próxima semana si así lo desea, pero hoy, ya la perdió.
A sus citas...
—Eres un idiota.— Y un vaso de agua simplemente lo golpeó mojando todo su desarreglado atuendo.
A eventos importantes.
—Joven, la ceremonia ya dio comienzo, las puertas se cerraron, no hay más que hacer. —Dijo aquel hombre frente a la gran puerta de madera.
—Jungkook me matará.
Yoongi se había perdido varios eventos de la misma índole, premios, charlas, celebraciones, su familia también conocía aquel extraño pasar del chico, como si el tiempo le jugara siempre en contra, y luego estaba Jungkook, a quien conoció uno de esos días en que iba tarde a clases, él estaba sentado en una de las bancas fuera del salón.
—Yo que tú.—Llamo su atención.— No entraría, Choi realmente esta de malas.
Y Jungkook lo había entendido por dos años que el tiempo no era amigo de Yoongi, había vivido en carne propia que realmente el tiempo nunca actuaba a favor del pálido, no sabía si era su mala suerte, o realmente el pálido quizás no se organizaba bien en nada.
Y luego se canso, después de aquel aniversario, se canso de siempre ser el que espera en aquella silla solo, aguantando la humillación de que los meseros pasaran cada quince minutos a preguntarle qué quería y aguantar con la esperanza de que a los siguiente quince minutos su novio si estaría con él en ese mesa, pero las velas se consumían y consumían y Yoongi no llegaba, entonces las velas se apagaban, así como lo hizo la ilusión de Jungkook por él.
Pero Yoongi nunca se perdonaría de llegar tarde no solo a ese aniversario, si no a ese evento.
Habían pasado años, ahora Yoongi ocupaba alarmas para todo con su vida planeada cada segundo, ya no llegaba tarde a casi nada, nada que fuera reprochable, si llegaba tarde nunca sobrepasaba los cinco minutos, realmente le había costado, y era difícil aquella rutina inagotable.
Entonces se encontró un día con Jungkook, y todo fluyó de nuevo.Las risas, las historias, los momentos juntos, los recuerdos... Todo fluyó.
—Mi prometido es lo contrario a ti, realmente llega muy temprano a todo, siempre va media hora temprano.—Rió el castaño bebiendo su café.
—¿Prometido?
La incomodad se hizo presente en ese momento, para Jungkook había sido realmente natural hablar de Namjoon.
—Ah, si.—Río nervioso.—Nos casaremos en un mes más, el seis de septiembre, escogimos ese fecha ya que quedaba en mitad de ambos cumpleaños y según él es más especial y...Si.
Nunca se lo perdonaría.
Nunca se lo perdonaría porque de verdad había sentido aquella mágica conexión de nuevo.
Nunca se lo perdonaría porque aquel beso esa noche una semana antes del cumpleaños de Jungkook le había confirmado que no solo él había imaginado cosas, realmente había magia.
Nunca se lo perdonaría, porque realmente lo amaba, se amaban.
Pero había llegado tarde.
Las campanas sonando, con la gente saliendo de la iglesia tirando flores y riendo, se lo decía.
Verlo salir del brazo con aquella gran sonrisa vestido de blanco, peinado como le encantaba bajando por aquellas escaleras.
El beso antes de subirse al auto blanco adornado con cintas y más flores.
—Llegue...Tarde.
Y nunca le había dolido tanto como ahora.
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Espero les haya gustado.
Perdonen faltas ortográficas.
Chinmokushi.