Jeon y Yeji habían regresado algo tarde. Aún eran las 6 de la tarde, pero ambos morían de hambre, entraron al hotel; desde que habían llegado todo el mundo parecía prestarle atención a cada cosa que hacían.
—Preguntaré por el traductor —se detuvieron en el lobby—. Me parece que trabaja aquí también, lo vi con el uniforme.
—Ve a preguntar por el gerente también —comentó una vez que la chica estaba de vuelta—. Yo espero al traductor aquí.
—De acuerdo —sacó su teléfono—. En un chico rubio de baja estatura.
La vio caminar de nuevo hacia recepción para poder preguntar por Paul. Observó cuidadosamente a todos los empleados del hotel, no había rastro del dichoso traductor, hasta su asistente lo estaba buscando con la mirada.
—Te esperare en la suite —comentó algo harto de esperar—. Ya no quiero más miradas sobre mi.
—Claro señor —trato de no reír por el berrinche de su jefe.
Camino hasta el elevador y presionó el botón; sacó su teléfono mientras esperaba. Observó las fotos que había tomado el día de hoy, tenía cierta habilidad para para la fotografía. El ascensor se abrió al mismo tiempo que recibía una llamada; se había asustado por eso. De ahí, salieron dos trabajadores del hotel a paso rápido, era una chica pelirroja junto con un chico de cabello negro; los ignoro contestando su llamada.
Llegó a su suite y justo cuando se sentó en el sofá recibió una llamada de su asistente.
—¿Está todo bien? —frunció el ceño.
—Si, no se preocupe —escuchó a la chica muy animada—. Acabo de confirmar con el gerente todo para el evento. ¿Quiere que ordene algo para cenar ya que estoy en el restaurante?
Pensó por un momento.
—Pide unos buenos cortes de carne con algo de licor —se levantó para ir hacia el balcón de nuevo—. Y una buena guarnición.
—Bien señor.
Después de eso colgó, fue de nuevo al balcón para sacar su cajetilla, no fumaba tanto, pero esta vez se estaba dando esa pequeña libertad.
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Todos estaba en la sala de empleados esperando a que Paul llegara, había convocado a esta junta para hablar sobre los preparativos de la fiesta.
—¡Jimin! —Florence, otra chica que trabajaba en recepción se acercó a ellos—. ¡Te ves increíble!
Se avergonzó ante sus palabras.
—Se ve precioso —mencionó Lisa—. ¿Verdad?
—Gracias chicas —cubrió su cara—. Es mi cumpleaños así que merecía un cambio de look.
Se miro en un espejo que había ahí, peinando su ahora, azulado cabello. Había ido a la estética y optó por un color negro azulado, no era muy llamativo, pero era un color vibrante que lo hacía ver hermoso.
—Tenía algo de miedo —río—. Pero me fascinó el resultado.
—Te ves muy bien —estuvo de acuerdo Lisa.
Después de unos minutos, Paul llegó y comenzó por dar las indicaciones.
—Bien —se subió a una silla para que todos lo miraran—. Como saben, mañana tendremos la fiesta para el señor J... Así que prepararemos todo desde la mañana para que en la noche no haya ningún contratiempo.
—¿A qué hora empezará? —un empleado habló.
—A las ocho de la noche —respondió—. Pero arreglaremos la sala de conferencia más grande desde antes. El catering prepara bocadillos sencillos pero refrescantes por favor.
Vio a todos los de la cocina asentir.
—Los demás cambiarán sus funciones como camareros —miro a todos—. Cuando finalice el evento, se cerrará el salón y se limpiará al día siguiente.
—¿Debemos asistir con nuestro uniforme? —una chica a lo lejos habló.
—Utilizarán su traje negro de gala por favor —Paul comenzó a repartir unos cuantos chocolates—. Y si todo sale bien... Recibirán un pequeño incentivo en su cheque por prestar sus servicios más de su horario establecido.
Todo el personal aplaudió agradecido.
—Será muy excitante —Lisa río dando saltitos.
—Si ganamos suficiente, podremos ir a algún lugar lindo para festejar mi cumpleaños —susurró.
El gerente volvió a subirse a la silla.
—Bien... Si no hay ninguna otra duda —movió las manos para que lo vieran—. Eso sería todo.
Todos volvieron a aplaudir.
—Bien —Jimin se giró hacia Lisa—. Ya me iré a casa, quiero descansar; mañana será un día pesado.
—Si claro —le dio un abrazo de despedida—. Te veré mañana.
Esta vez no se irían juntos, ya que la pelirroja tenía un compromiso en el centro de la cuidad. Tomó el camino largo a casa, pero antes pasó a comprar una generosa rebanada de pastel de chocolate con fresas de su cafetería favorita.
Cuando llegó a su departamento, se quitó el uniforme rápidamente; cenó algo ligero y sin esperara, se preparó algo de café y llevó la rebanada a la mesa de centro.
Se sentó en el piso y después procedió a ponerle una velita para después prenderla; su perrito se sentó a su lado.
—¡Feliz cumpleaños a mi! —cantó despacio, mientras Moka ladraba—. ¡Feliz cumpleaños a mi!
Soltó otro ladrido.
—¡Feliz cumpleaños Park Jimin —un último ladrido—. ¡Feliz cumpleaños a mi!
Después de eso soplo la vela y dio aplausos feliz. Moka salto en su lugar apoyando a su dueño. Le quitó una fresa al pastel para dársela a su mascota y así ambos disfrutaron del delicioso trozo de cielo en esa noche cálida.