Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ III

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La inexperiencia de Dylan acerca de todo lo relacionado con los bebés quedó patente cuando me deseó, y sin ironía ninguna, que pasara una buena noche

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La inexperiencia de Dylan acerca de todo lo relacionado con los bebés quedó patente cuando me deseó, y sin ironía ninguna, que pasara una buena noche.

Mi sobrino era un trastorno del sueño con patas. Ésa fue, sin lugar a dudas, la peor noche de mi vida y estuvo plagada de sobresaltos, llantos, preparación de biberones, tetinas, eructos y cambios de pañales. Y después, tras cinco minutos escasos de descanso, todo volvía a empezar. Me resultaba incomprensible que alguien pudiera aguantar varios meses así. Una simple noche me había dejado hecho polvo.

Por la mañana, me di una ducha con el agua casi hirviendo, ya que tenía la esperanza de que eso ayudara a relajar mis doloridos músculos. Mientras deseaba haber llevado conmigo otra ropa más elegante, me puse la única que había metido en la maleta: vaqueros, camisa blanca de botones y unas zapatillas deportivas. Me cepillé el pelo hasta que estuvo desenredado, y contemplé mi cara ojerosa y blanca como la leche. Tenía los ojos tan irritados y secos que ni siquiera me molesté en ponerme los lentes de contacto. Me decidí por las gafas, con su discreta montura metálica de forma circular.

Mi humor no mejoró mucho cuando llegué a la cocina, llevando a Lucas en la silla portabebés, y vi a mi padre sentado a la mesa. Llevaba las manos cargaditas de anillos, y el pelo, peinado y con laca. Los pantalones cortos dejaban sus piernas delgadas y pálidas a la vista, al igual que hacían las sandalias con los dedos de sus pies, en uno de los cuales brillaba un anillo.

Dejé la sillita de Lucas en el suelo, al otro lado de la meesa, lejos de mi padre

—¿No tiene más ropa? —le pregunté—. El pelele está bastante sucio.

Mi padre negó con la cabeza.

Hay un outlet en esta misma calle. Seguro que encuentras ropa de bebé. Además, necesitarás un paquete grande de pañales. Con esta edad, los gastan enseguida.

No me digas... —repliqué, muerto de cansancio, mientras iba a por la cafetera.

—¿Hablaste anoche con Jin?

Ajá.

—¿Qué te dijo?

—Que cree que Taehyung está bien. Va a llamar a unas cuantas personas hoy para intentar localizarlo.

—¿Y del padre del niño?

Ya había decidido no decirle nada sobre la posible paternidad de JongIn Doh. Si había algo que garantizara el interés y la indeseada implicación de mi padre en el tema, era la mención del nombre de un millonario.

—De momento, nada —contesté sin más.

—¿Adónde vas a ir hoy?

—Pues parece que necesito un hotel. —No lo dije en tono recriminatorio. Ni falta que hacía.

Vɪʙʀᴀᴛɪᴏɴᴇs ||| KᴀɪBᴀᴇᴋDonde viven las historias. Descúbrelo ahora