Problemas

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No supe, cómo, ni de donde, pero un momento después él humano estaba tendido en el suelo con una cuchilla en la cabeza.

Giré hacia Lisa y vi que ya no tenía la cuchilla en su mano, ahora tomaba otra de su bolso.

Ruido.

Gritos.

Parecían provenir del refugio de los demás minotauros.

Disparos, cada vez eran más cercanos.

Uno de los humanos se abalanzó hacia mí empuñando una espada, dio un mandoble el cual pude bloquear por mis reflejos.

Un destello metálico.

El humano ahora yacía en el suelo.

—¡Justo en la cabeza! —gritó Sust, esta vez había sido él quien lanzó la cuchilla.

Lisa, tomó el arma del humano muerto antes, el tercero había huido.

Disparos.

Relinchos de caballos.

Más humanos estaban aquí.

Salí disparado de ahí, no supe cómo pero corrí a una velocidad que no creí capaz de alcanzar.

Lisa y Sust me seguían el paso de cerca.

Veía pasar los árboles a mi lado como meras sombras.

Parecía acercarme a un claro.

Ahora podía ver la luna.

Mis pies dolían y piernas empezaban a ceder.

Los caballos con sus jinetes nos seguían de cerca.

Un grito

—¡No! ¡Sust!— alcancé a escuchar.

Cuando volví a mirar Sust estaba en el suelo y Lisa arrodillada a su lado.

Me devolví a ver qué le había pasado.

Él gritaba, le dolía mucho. Los humanos llegaron.

Mi adrenalina estaba al cien por ciento.

Cuanto odio acumulado.

Simplemente estallé. 

Crónicas de un minotauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora