Crónicas de un minotauro

¡¿Qué me han hecho?!

Luz.

Cuando volví a retomar consciencia todo era confuso pero la menos no me dolía tanto como antes. Primero solo veía luces, blancas y amarilla ―casi naranja―, no parecía ser un hospital ni nada por el estilo. Luego había ruido, parecían herraduras, estaba casi seguro de que moldeaban algún metal. Bufidos, esperé al menos una palabra humana pero no la hubo. Todo se iba aclarando, era de noche y la luz amarilla parecía provenir de una fogata.

Alguien... o algo, me ayudó a ponerme de pie, pero instantáneamente sentí el peso sobrehumano de mi cabeza ¿Qué me habían hecho? Decidí permanecer sentado sobre algo que logré identificar como un tronco de un árbol.

Ruido, eran bufidos pero... se respondían unos a otros, parecía ser un idioma, algún lenguaje desconocido y desde luego, no era humano.

―¡Hola! ―gritó alguien en mi oído y di un brinco, se aceleró mi corazón del susto y pude ver todo con más claridad, traté de asimilar todo lo más rápido posible pero no me fue posible, nada, excepto el suelo y los árboles me era conocido―, ¿Estás ahí? ¡Responde!

―¿Eh? ¿Dónde estoy? ―traté de decir pero creo que no se escuchó.

―Habla más duro amigo que soy un minotauro muy sordo.

«¿Minotauro?... Minotauro» fue lo único que procesó mi cerebro.

Oscuridad.