Lágrimas

54 14 1
                                    

Me hundí en el agua.

¡Estaba vivo! ¡Lo había logrado!

—¡Lisa! —grité.

—Aquí estoy —me respondió.

—¿Estás bien? —pregunté mientras trataba de mantenerme a flote.

—Sí ¿y tú?

—Estoy bien.

¿Y Sust? ¿Por qué no había saltado?

—¡¿Dónde está Sust?! —grité.

Miré a Lisa y vi reflejado el pánico.

No había saltado. No debimos dejarlo solo. El debió saltar de primero.

Se oyó un disparo en la colina.

Grito.

Disparo.

Las lágrimas no se hicieron esperar. 

Crónicas de un minotauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora