capítulo trece

210 22 1
                                    

Cuando aún no había madurado lo suficiente, pero tampoco podía seguir dependiendo de los demás, me hiciste vivir un cuento de hadas. 

Ahora con la tristeza vaciando mi miserable corazón, rozo con la yema de mis dedos el tatuaje de mi brazo. Recordándote a ti y a nuestras promesas. 

Porque sigo esperando el día en que pueda cumplir cada una de ellas. Y esa es tu condena. 

Porque tú me esperarías los años que fuesen necesarios, ¿no? Eso fue lo que me dijiste, Senju. 

Mi cabeza descansaba sobre el pecho de Senju, ambas habíamos acabado de despertarnos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi cabeza descansaba sobre el pecho de Senju, ambas habíamos acabado de despertarnos. En silencio, observé la chaqueta de su pandilla, sujetada por una percha en el pomo de la puerta. 

─¿Qué piensas hacer con tu uniforme? ─le pregunté.

─Lo tiraré. ─suspiró. ─No quiero saber más sobre Brahman o cualquier otra pandilla. 

─¿Pero y Takemichi? ¿Y Chifuyu? 

─Claro que seguiré hablando con ellos. ─me dio un beso en la cabeza antes de levantarse de la cama. 

─¿Estás segura de que es esto lo que quieres? Lo has dejado todo atrás por... ¿nosotras? ─ella giró la cabeza. 

─Si sigo donde estaba, solo saldré lastimada. ─caminó en dirección a la puerta de la habitación. ─En cualquier sentido. 

Me apresuré para seguirle el paso, encontrándola en la cocina. Aquella noche estuve pensando mucho en ella, en todo lo que había perdido estos últimos meses.

También pensé en nuestro futuro. Si no me decidía pronto, tendría que escoger una carrera universitaria que ni si quiera quería. 

─¿Qué te mantiene tan preocupada? ─la albina se acercó por detrás mío, dándome un cariñoso beso en el cuello. 

─Puede que la banda actúe el mes que viene. ─mi mirada se perdía en las baldosas del suelo. 

─¿Y no es eso algo bueno? ─se extrañó debido a mi tono de voz. 

─Es solo que... Ahora que tú has tomado decisiones tan importantes, le he dado muchas vueltas al futuro. ─me di la vuelta para poder mirarle a los ojos. 

Ella también miró los míos, sumergiéndonos en un silencio. 

─¿Aún quieres tatuarte la rosa? ─me preguntó agarrándome del mentón, atrayéndome a su cuerpo. 

─Claro que sí. ─nunca podría olvidarme de aquello. 

─He pensado que, ya que las dos estamos decidiendo nuestro futuro y nos estamos liberando del pasado, sería una buena idea tatuarnos una rosa las dos. ─me confesó con una tímida sonrisa. 

Yo me lleve las manos a mi boca, con lágrimas dándole un brillo especial a mis grisáceos ojos.

─Yo de verdad quiero compartir mi futuro contigo. ─acabó de decir.

─Entonces, yo te prometo darte todo de mí, incluido mi futuro. ─le ofrecí mi meñique. 

 ─Yo también te lo prometo. ─ella aceptó gustosamente mi meñique, formando nuestra promesa. 

Me abrazó, trayendo mi cabeza hacia su pecho. 

─Estoy muy feliz, Yui. ─me acarició el cabello. ─¿Sabes? Mi sueño siempre fue vivir contigo, no me creía que fuéramos compañeras de piso. Pero ahora mismo, mi sueño es irme contigo el día de mañana a un lugar donde nadie nos encuentre, viviendo juntas en nuestra propia casa.

─¿Es ese tu sueño? ─pregunté sonriente, me parecía adorable. 

─¡No te burles! ─se sonrojó por la vergüenza.

─No lo hago. ─negué. ─Si llego a ganarme la vida con la música, te construiré tu casita. 

Nuestra casita. ─me dio un golpecito en el hombro. 

─Ya que estamos, te confieso mi sueño. ¡Pero no te rías! ─le advertí con el dedo índice. ─Desde pequeña siempre he querido casarme y llevar un vestido pomposo. 

─¡Eso es muy típico! ─se burló de mí. ─Pero tendrás que esperarte muchos años más. Y yo estoy dispuesta a esperarte los años que hagan falta. ─me guiñó un ojo. 

─¡Ya andas pensando en nuestra boda! ─yo también me burlé de su respuesta.

─¿Eh? Pero si eres tú la que acaba de confesarme que ha fantaseado con casarse conmigo. ─ambas nos reímos por la infantil discusión. ─Pillina. 

Después de esta conversación, nos dignamos a prepararnos el desayuno. 

Sinceramente, aquel día solo me apetecía estar en pijama y acurrucarme con Senju en el sofá. Pero sabía que un mes era muy poco tiempo para preparar la canción que íbamos a presentar, por lo que llamé a Yuzuha para quedar en la sala de siempre. 

─Por cierto. ─llamé la atención de la albina. ─Cuando salga del ensayo, ¿no te molesta si invito a los chicos a cenar? Así los conoces.

─Por mí no hay problema. ─acabó de masticar su tostada. ─Prepararé algo de cenar, hace tiempo que no cocino. Además, ¡me hace ilusión conocerlos!

════ ★ ════

La última vez que alguien había venido a cenar a nuestro pequeño apartamento, habían sido Takeomi y Wakasa. 

Pero las cosas habían cambiado. Aquella noche, el ambiente de nuestro pequeño hogar era distinto. 

Ya no apestaba al tabaco barato de Takeomi. Era un olor diferente, era el BlackStone de Yuzuha. 



roommates | senju akashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora