capítulo catorce

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Vivienne Westwood, marcas de pintalabios en las tazas de café, Cigarettes After Sex y las rosas. Son las cosas de Yui que nunca cambiarán.

─¡Woah! ─exclamó la rubia, abriendo el sobre enviado por su madre

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¡Woah! ─exclamó la rubia, abriendo el sobre enviado por su madre. ─¡120.000 Yenes!

Había llegado el esperado cumpleaños número dieciocho de Yui, por lo que le había entregado aquel sobre que había guardo para la fecha.

─¡Qué dulce! ─leyó la carta que venía junto al dinero. ─Aunque necesito ahorrar... Pronto entraré en la universidad, ¡necesito encontrar trabajo urgentemente! ─dejó caer su cabeza sobre la mesa de madera.

Yo arrugué el ceño al pensar en todas las cosas que mi novia compraba impulsivamente.

─Hablas de ahorrar con los labios pintados de Chanel. ─la miré con la ceja levantada.

─¡Senju! Tampoco es que gaste tanto...

Ambas nos miramos, ninguna de las dos estaba convencida de aquellas palabras. A los pocos minutos, no pude contenerme más y estallé a carcajadas, recibiendo una queja por su parte.

─Es tu cumpleaños, hoy seremos los demás los que pagaremos por ti. ─dije, levantándome de la silla de la cocina. ─Acábate de arreglar porque te quiero llevar a desayunar.

Al ver que ella había vuelto a su habitación, me dirigí a la mía en busca de mi regalo. La caja de este se encontraba en una pequeña bolsa de color carmín, decorada con un lazo.

Tardé su tiempo en poder ahorrar el dinero suficiente para comprárselo. Era un collar de perlas de Vivienne Westwood.

Miré el contenido de la bolsa, pensando en que lo mejor sería entregárselo por la noche, a solas. Sonreí para mí misma, emocionada por ver su reacción, y volví a esconder el regalo.

Cuando salí de la habitación, me encontré a mi novia lista para salir, retocándose el pintalabios mientras se observaba en un espejo.

─No sé para que te retocas tanto el labial si después te lo acabo quitando. ─ella se sonrojó por mi comentario, guardando el costoso maquillaje en su bolso.

─Con lo que me ha costado... ─se indignó, entrelazando nuestros brazos antes de salir por la puerta del apartamento. ─Por cierto, ¿a dónde me llevas?

─A la misma cafetería donde desayunamos en nuestra primera semana de ser roomies. ─sonreí, sabiendo que ella también había sonreído.

Salimos a las calles de la ciudad, con nuestros brazos aún entrelazados. Ya nos habíamos tatuado días atrás, yo en el brazo derecho y ella en el izquierdo, de manera que los tatuajes se rozaban.

Habíamos tenido que madrugar debido a la actuación que tenía con su banda aquella misma noche, queríamos aprovechar el máximo tiempo posible.

Invité a Chifuyu, Takemichi y su novia para que más gente pudiesen verlos.

roommates | senju akashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora