capítulo dos

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El perfume cítrico, el labial de arándanos y el helado de limón. Los gustos de Senju no habían cambiado para nada. Mantenía su estilo atrevido y lleno de confianza, que contrastaba perfectamente con el mío.

El perfume de vainilla, el labial de cereza y el helado de mango. Mis gustos cambiaban seguidamente una vez me cansaba de ellos.

A la mañana siguiente desperté al lado de Senju, quien había madrugado antes que yo

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A la mañana siguiente desperté al lado de Senju, quien había madrugado antes que yo. Aquel día habíamos planeado comprar lo que nos faltaba en nuestro nuevo hogar, así que primero buscamos un buen desayuno.

—¡Qué cafeterías más monas! —admiraba yo, emocionada.

—¿Nunca has estado por aquí, Yui? —me preguntó la albina.

—No, no suelo salir mucho de por donde vivo... ¡Pero Tokyo es genial!

—Y muy caro... —se cruzó de brazos. —¿Qué te parece este café de aquí?

Entramos en una cafetería bastante acogedora y con una gran variedad de panecillos, bollería, sándwiches... No sabía que comprarme.

—¿Te parece bien este? —Senju ya había pagado lo suyo, se acercó a mí enseñándome un dulce de almendra. —Siempre pillo esto cuando vengo aquí, quería que tú también lo probases.

Asentí con la cabeza y pagué un café con leche, saliendo del local decididas a desayunar fuera. Parecía ser que mi amiga conocía la zona, ya que ella ya sabía donde se encontraba el parque más cercano.

—Esto se siente como en los viejos tiempos, ¿no es así? —fingí secarme una lágrima. —Cuando jugábamos juntas en el parque, cuando me defendías de mocosos...

—Yui... Tampoco ha cambiado nada. —empezó a reírse. —Y ahora soy mucho más fuerte para defenderte de mocosos. —me guiñó un ojo mientras juntaba sus puños.

—Con que mi Senju está en una pandilla. —suspiré con una sonrisa mientras comía el pastelillo.

—¿Sabes algo sobre este mundillo? —cuestionó curiosa.

—Hmm... Bueno, en mi antiguo instituto había algún que otro pandillero. —intenté recordar. —¡Ah, sí! Chifuyu Matsuno, iba a mi clase. Al principio iba con un tupé y se paseaba por el pasillo en busca de problemas.

Al escuchar el nombre, ella pareció reaccionar y me escuchó atentamente, curiosa.

—Pero desde que se juntó con un repetidor... ¿Keisuke? El caso es que Chifuyu dejó de llevar ese tupé y se bajó un poco los humos. —me encantaba contar cotilleos de mi antiguo instituto. —Aquí va lo gracioso, ¡me lo encontré comprando un manga shoujo! Quien lo diría...

—¿Entonces piensas que fingía hacerse el chulo o...

—¡No me malinterpretes! Los pandilleros me dan mucho miedo, pero aquel chico era todo lo contrario a un matón, por eso lo recuerdo. —acabé de beber mi bebida, restándole importancia.

—Sí, bueno... Conozco a ese Chifuyu, es de la Toman. —dijo tan tranquila. —Dejemos el tema, tampoco quiero meterte en todo este lío. —de repente, parecía preocupada.

En aquel momento no me di cuenta, pero parecía ser que Senju quería alejarme de todo aquello como si quisiese evitar algo.

—Por cierto, más tarde vendrá mi hermano, ¿te molesta? —sabía que se refería a Takeomi.

—No, no pasa nada.

Y allí se quedó zanjado el tema de las pandillas. No podíamos perder más tiempo charlando en aquel banco por más que quisiésemos. Teníamos una lista de cosas por comprar.

Senju era mucho más práctica que yo, solo miraba para comprar lo necesario. En cambio yo me distraía con la primera tontería que veía.

—¿No te parecen adorables estos pomos en forma de corazón? —le mostré mientras ella miraba una mesa en oferta.

—Yui... ¿Para qué necesitamos unos pomos nuevos? —levantó la ceja.

—¿Necesitan ayuda? —de repente se acercó un trabajador del local.

Era joven, pero seguía pareciendo más mayor que yo. Ante su pregunta, mi acompañante albina iba a negar, pero antes de que lo hiciera, yo ya estaba asintiendo.

—Sí, verás, es que yo y mi amiga acabamos de mudarnos y... —empecé a contarle toda la historia, como si a aquel chico le interesase lo más mínimo.

Al final conseguí que nos hiciese un pequeño descuento, ¡sabía que tirarle la caña funcionaría! Hasta nos dijo que se encargaría del transporte porque éramos unas clientas de lo más simpáticas.

Con todo comprado, salimos del local.

—¿Has visto cómo he conseguido ese descuento? A los chicos les pones ojitos, una voz dulce y ya los tienes. —reí, a lo que ella solo sonrió incómoda. —Pero es que era monísimo, ¿qué opinas, Senju?

—A mí me parece un tío cualquiera.

—Hablando de chicos, ¿no tienes nada que decirme? —le pregunté curiosa. —Con lo guapa que eres, me extraña que nunca me hayas hablado de ningún tío. ¿No te gusta nadie?

—No, es solo que... Da igual. —parecía querer evitar aquella conversación. —Aunque ya sé que tú eres la reina de los amores a primera vista.

—¡Tienes razón! En la secundaria me pillé de muchos chicos... Aunque todos mayores que yo, vaya. —dije emocionada, pensando en aquellos momentos. —Pero si me correspondían ya no me gustaba, es muy incómodo.

—Yui, tú dices que te gusta un chico solo porque te parece guapo. Eso no es enamorarse, ¿no lo has pensado? —me miró, algo seria.

—Quizá tengas razón... Pero seguro que encontraré un hombre del que me enamoraré.

Senju no dijo nada más en todo el camino a casa. Estaba inmersa en sus propios pensamientos, se le notaba distante después de aquella conversación. Mentiría si dijese que sus palabras no me habían hecho pensar.

Es cierto, nunca me he enamorado de un chico, solo pensaba que lo hacía. Siempre me he aferrado a la idea del amor, anhelaba tanto una historia como la de los mangas shoujo. Hasta llegué a pensar que me había obsesionado con el amor, por eso nunca funcionaba conmigo.

Finalmente llegamos al portal, donde estaba esperando el hermano de Senju. Una vez reunidos, cenamos juntos, todo se sentía como un verdadero hogar.

Entonces pensé que yo no necesitaba un novio, con Senju a mi lado ya era mucho más feliz que con un chico.

roommates | senju akashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora