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No sabía cuantos minutos habían pasado, pues su mente estaba perdida en todo lo sucedido y dicho anteriormente.

¿Entonces Jimin no recordaba nada? ¿O solo estaba fingiendo para no ser juzgado por sus acciones?

Lo cierto era que le creía, siempre le había creído todo, siempre había estado a su lado para cualquier cosa y nunca dudaría de una sola palabra de él... Pero ese no era el mismo Jimin que había conocido.

No era ese pequeño lleno de ternura y amor, ese que derretía los corazones de hasta las personas más frías. Su tierno niño de suaves mejillas y cabellos dorados ahora parecía ser solo un fantasma de lo que fue. El de ahora era intimidante, frío, sus ojos no reflejaban nada, era cortante, su físico había cambiado, seguía siendo pequeño, pero mucho más fuerte, su cabello negro y sus rasgos endurecidos... Era como ver a un hermano gemelo, pero con una personalidad totalmente distinta.

Era demasiado para él.

¿Como lo vería a los ojos sin sentir esa mezcla de emociones?

Quería golpearlo, odiarlo, decirle que lo detestaba por lo que les había hecho pasar a él y a sus amigos, que era una basura por ser uno de esos malditos guardias que habían dañado a tantas familias inocentes y él era cómplice de todas esas atrocidades.

Pero también quería besarlo, abrazarlo y decirle que lo había extrañado cada día sin falta, que su corazón aun seguía latiendo por él, que si seguía allí, haciendo lo que hacía sin rendirse, luchar sin parar, era por él, porque le daba fuerzas para seguir. Que lo amaba, porque sin importar lo que dijera su cabeza, su corazón se agitaba cada vez que lo veía, y el saber que estaba sano le había quitado un peso demasiado grande de su espalda, porque si no hubiese estado vivo, él hubiera muerto con él.

Unos pasos resonaron tras él, sacándolo inmediatamente de sus pensamientos.

Cuando alguien se colocó a su lado esperaba a cualquiera de sus amigos menos a quien tenía allí ahora.

Jimin no lo miraba pero se había parado lo más cerca posible de él.

— Lo siento...

Fue lo único que dijo.

Jungkook frunció el ceño y contestó.

— ¿Qué cosa? Dime, porque hay una larga lista Park.

Jimin bajó su mirada y apretó un poco sus puños.

— Siento que todo sea tan difícil, me encantaría recordar lo que ustedes dicen, me encantaría poder dar una buena explicación de porque pasa todo esto. Yo también tengo dudas en este momento...— Por primera vez lo miró a los ojos.— No puedo negar que la persona en esa foto era yo, no puedo negar que todo lo ocurrido hace 2 años hacía atrás no lo recuerdo, en la academia sólo tengo 2 años, no sé mi edad real, hasta hace unos minutos no sabía mi nombre, y ese dolor en el pecho me indica que tienen razón, que yo no soy quien dicen ellos, pero es la única vida que he conocido, o por lo menos que recuerdo. Y duele mucho, porque no puedo controlar ni siquiera que quiero sentir al respecto.

Jeon vio como los ojos del chico se llenaban de lagrimas, pero no lloraba.

— En estos dos años me enseñaron que los rebeldes eran horribles personas, que no merecían nada, que había que encerrarlos porque ellos eran culpables de cada cosa que sucedia en el país... Y yo les creía. Pero luego salía a la calle, y no podía simplemente arrestar a un señor de ochenta años que estaba fuera de casa porque debía caminar lento y no había tenido idea de la hora, a pesar de que era obligación mía, no lo hacía, o cuando eran solo niños jugando en las calles sin ser concientes de su entorno. No los iba a arrestar. No tenia sentido para mí, y siempre preferí un castigo por dejarlos ir a encerrarlos por nada... Y aún así, con todo ello, nunca me cuestioné que hacía realmente la organización.

Destroy | Kookmin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora