El extraño

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Cuando se hubieron ido todos, eché un vistazo rápido a la casa, reconociéndola, era aquí donde había vivido los diez primeros años de mi vida, feliz, con mi madre. Todo en aquel lugar me recordaba a ella, tome mis dos maletas y las subí al primer piso, pese a la riqueza de la cual gozaba mi padre esta casa era sencilla comparada con sus mansiones.

Quise instalarme en mi vieja habitación pero tenía toda la esencia de una niña, incluso la cama era pequeña. Me acerque a la habitación principal, al abrirla ahí estaba el extraño con su maleta abierta, confundida le mire mientras me acercaba a la cama -¿disculpe? Esta es mi habitación.

-Yo llegué primero.

-Esta es mi casa.

-Es de tu padre.

-Es mía, no tiene mi nombre en la reja pero claramente es MI CASA.

-Hay otras tres habitaciones, yo quiero esta- me dijo mientras se imponía frente a mi pequeña figura, fácilmente me sacaba unos veinte centímetros de altura, no me considero una persona que se deja intimidar pero era obvio que él llevaba la delantera por encima de muchas cosas. Quise ser diplomática porque normalmente no me gustaba discutir con nadie –señor Fushiguro, ¿podría permitirme quedarme con esta habitación, por favor?

-No- dijo incluso alzando la voz, me mordí el interior de las mejillas, no iba a rebajarme a un nivel tan vulgar como la discusión con ese tipo. Di media vuelta y tome la segunda habitación, era un poco más pequeña pero en realidad no necesitaba tanto espacio, solo quería quedarme con la habitación principal por cuestiones sentimentales.

Enfurruñada vacié mis escasas pertenencias y trate de que el espacio se viera como si de verdad quisiese estar ahí.

La tarde ya caía, cuando salí al pasillo note algo, me acerque a las ventanas que daban al exterior, estaban cubiertas de una película negra, yo podía ver hacia afuera pero me imaginaba que del otro lado no se veía nada, también note que estaban selladas, no era posible abrirlas, suspire, una verdadera prisión.

Tenía hambre, baje hasta la cocina, el refrigerador afortunadamente tenía comida, saque algo y lo comí pausadamente mientras veía el jardín exterior, intente prender la luz pero no se encendió y era una pena, de noche según recordaba, era muy bonito.

Vague nuevamente por la casa, reconociendo aquellos viejos lugares de la infancia, pero muchas cosas ya no estaban, mi padre lo había remodelado después de la muerte de mi madre.

No había notado que sin mi teléfono el tiempo pasaba terriblemente lento, cuando entre a la biblioteca una figura se movió, asustada di un salto, prendí la luz, el extraño estaba ahí, sentado en un sillón con un vaso de cristal entre las manos -¿qué hace aquí y a oscuras?

-Me escondo.

-Por favor prenda la luz en donde va a estar, no creo que mi padre se enoje si al interior de la casa usamos algo de luz.

-Prefiero no arriesgarme, apágala.

-No me gusta estar a oscuras.

El hombre hizo una especie de gruñido, como si estuviese molesto, apague la luz y salí de ahí. Teniendo en cuenta que no iba a poder prender la luz de ninguna habitación salí al jardín, había luna llena así que podía estar ahí un rato pensando que al menos estaba más claro afuera que dentro. Me senté en una de esas sillas plegables, la piscina estaba vacía, ojala estuviese llena, pensé, así al menos tendría algo que hacer.

No sé cuánto tiempo paso porque cerré los ojos y supongo que me dormí. Una mano me movió del hombro, por segunda vez en el día pegue un brinco, el extraño estaba de pie y me miraba o eso creo que hacía, la luna se había ocultado pero su silueta estaba un poco inclinada hacía mi –es hora de dormir, entra a la casa.

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