Recién casados

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Cuando al fin salió del baño, estaba completamente vestido, yo había puesto la mesa con lo que había traído de comer, él se acercó y miro todo con desdén -¿qué mierda es esto?

-Es la mierda de comida que debe comer.

-No estoy enfermo.

Solo para recordarle que estaba enfermo, puse con un poco de fuerza mi dedo sobre su herida, se quejó –no hagas eso.

-Si le duele entonces si está enfermo.

A regañadientes se sentó y comenzó a beber su caldo, yo comí el pan que había traído, me supo a gloria, como si nunca antes hubiera comido algo tan delicioso como eso, hasta suspire después de darle el primer bocado -¿y tú porque no comes lo mismo que yo?

-Yo no estoy enferma.

Comimos en silencio, pero el después de un rato pregunto –oye, ¿te cuidaste mientras saliste de aquí?

Estaba por morderle a mi pan, pero por segunda vez le mentí –por supuesto, me cubrí la cabeza y evite mirar de frente a la gente, paguÉ con el efectivo que encontré en su bolsa.

-Supongo que está bien, era una emergencia, pero no quiero que vuelvas a salir, al menos no sola, si realmente hay que hacerlo tendremos que ir juntos.

-Está bien, por cierto, hay algo que le quiero preguntar.

-¿Qué?

-¿Su nombre es Toji?

Me miro con algo de sorpresa -¿no sabías mi nombre?

Negué –vaya, si, ese es.

-Es raro que usted diga que sabe todo de mí pero yo ni siquiera sabía su nombre.

-No es raro, nuestra relación no es de amistad, alguien me contrato para hacerle de niñero y es lo que hago.

Asentí pensando que hasta ahí llegaría esa conversación, pero siguió hablando –tampoco es que conozca todo sobre ti, me dijeron algunas cosas pero otras no parecían tener relevancia.

-¿Quién se las dijo?

-Tu padre.

Rodee los ojos –él no sabe mucho de mí, así que supongo que solo dijo tres cosas.

Se rio –no, dijo cuatro, pero lo que me haya dicho solo son cosas generales, cosas que se necesitan en este negocio.

-¿El negocio de ser niñero?

-Sí, uno debe ganarse la vida cuando tiene muchas deudas con la mafia.

Apreté los labios, me contuve a decir un "lo siento", deberle a la mafia significaba que tu deuda era de por vida, eso lo sabía porque había sido criada por un mafioso, él debía saber lo que pensaba, cambio la conversación –por cierto, gracias por suturarme y haberme traído medicamento.

-No es nada, solo quiero que mi niñero siga con vida.

-Me alegra, no pienses que te vas a deshacer de mi tan fácil.

¿Cómo le decía que ya había tenido la oportunidad de deshacerme de él y no lo había hecho?

-Hablando de mi padre, ¿él sabe que ya no estamos en la casa?

Calló un largo rato, comiendo en silencio –le pregunte algo.

-Te oí bien, no, no lo sé, lo averiguaré más tarde, ahora solo debemos quedarnos aquí y harás todo lo que te diga sin chistar ¿te quedo claro?

Asentí renuente, iban a ser días difíciles.


Pasaron varios días, volvernos a acoplar fue difícil, ya convivir en una casa lo era, estar solos en una habitación lo era al doble, su mal humor era más constante y peleaba cuando tenía que tomarse el medicamento o comía solo vegetales y sopa –deja de tratarme como un maldito enfermo, no lo estoy.

PrisioneraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora