El estómago me dolía, tenía hambre, no había comido nada desde el día anterior, había estado comiendo unas galletas de cortesía y un jugo pero no me bastaba, el extraño seguía durmiendo, la pérdida de sangre lo había agotado, yo, por cuarta vez volvía a pasar todos los canales de la televisión para pasar el rato, afuera el sol brillaba, era casi medio día, un quejido, me levanté del sofá para acércame a él, le toque la frente, hervía, maldije, seguramente era una infección por la herida, mojé una toalla en agua fría y la puse sobre su frente, apenas si abrió los ojos -¿Dónde estoy?
-Si usted no sabe yo menos, debo darle antibiótico, ¿guarda alguno en su bolsa?
Ni siquiera respondió, le deje la toalla y me puse a revisar su bolsa, ropa, armas, dos pistolas, pero nada de medicamentos, el hombre volvió a quejarse, ¿qué hacía?, abrí la bolsa que le habían dado cuando nos dejaron en la habitación, había un teléfono desechable, fajos de billetes, una chequera y dos pasaportes, los revise, era mi foto pero no mi nombre, abrí el otro, era el extraño pero no su nombre o al menos no con el que lo conocía. Guardé todo de nuevo, me acerque a él y le di palmaditas en el rostro –oiga, despierte.
Abrió los ojos -¿Qué?
-Tengo que darle algo o esto va a empeorar, dígame ¿Dónde estamos?
-No sé, solo... en la ciudad.
-Ya sé que en la ciudad, me he fijado en la ventana, pero me refiero a ¿es seguro salir?
-no..., solo, ocultos- nuevamente cerró los ojos, maldije, pero no podía dejarlo así, me puse nuevamente la sudadera y me cubrí el rostro, iba a salir, iba a arriesgarme a que fuéramos descubiertos.
Bajé e intenté no mirar a nadie, cuando salí a la calle una extraña sensación de libertad me recorrió el cuerpo y sentí ganas de correr, me oriente rápidamente al ver la Skytree tower, entonces camine hacia el centro, poco a poco fui reconociendo algunas tiendas, lugares, estaciones, me di cuenta que estaba a solo unas cuantas estaciones en metro de mi apartamento, la idea de irme me parecía un destino tentador pero al mismo tiempo irreal, me detuve para pensar en lo que mi mente estaba hilando ¿estaba sufriendo de un síndrome de Estocolmo? No, no, para eso debería estar secuestrada y no lo estaba, estaba fuera, sin nadie que me siguiera, pero quizás alguien podría reconocerme y secuestrarme, lo que habían intentado hacer la noche anterior seguía fresco en mi mente, volví a bajar la cabeza, no era que estuviese secuestrada, era que estaba protegiendo mi vida.
Caminé unas calles más hasta encontrar una farmacia, había únicamente una dependienta, lo que necesitaba solicitaba receta que claramente yo no tenía, me acerque y lo pedí de buena forma, me lo negó, por mi mente pasaron cosas que había visto antes, cosas que jamás pensé que tendría que hacer. Había tomado un arma del extraño que puse lentamente en el mostrador, la dependienta se puso pálida, volví a pedir los medicamentos, los trajo sin dudar, deje varios billetes en el mostrador, no era un asalto, solo era otra manera de pedir algo.
Salí deprisa de ahí, no iba a delatarme, o al menos eso esperaba. Me perdí un poco entre las calles, otra vez la idea de huir pero ¿valía la pena arriesgarme y ser encontrada? Mientras dudaba vi que me había detenido justo frente a una panadería, tenía hambre, entré y compré tanto pan como me cupo en una bolsa pero pensé en el extraño, con una herida así debía cuidarle la dieta.
Busque un lugar de comida casera, me costó más trabajo del que pensé, en ningún momento me quite la capucha de la sudadera pese al sol intenso y que sentía un calor extremo por estar cubierta así, compre un poco de caldo y verdura cocida, me oriente nuevamente hacía donde se encontraba el hotel. Caminé solo con la idea de que nadie me reconociera, pero mis deseos no fueron escuchados.
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Prisionera
FanfictionNo era una cárcel, pero me sentía atrapada, la presencia de este hombre me enloquecía; una sombra, un guardián; yo me di cuenta que era una prisionera y lo único que me retenía a su lado, era el deseo. Toji Fushiguro debe pagar sus deudas y para ell...