Aunque pensé que el baño iba a relajarme fue lo contrario, seguía recordando su conversación y se me crispaban los nervios, tuve ganas de darle un buen golpe en el rostro para que se callará ¿qué sabía él de mi vida íntima? Era verdad que extrañaba a mi novio, sus besos, los abrazos, sentirlo muy cerca y dentro de mí, pero también tenía otras cosas en la cabeza como para masturbarme. Más enfadada que relajada salí de la tina, estuve encerrada en la habitación durante horas, no quería ni, verlo pero el estómago me pedía comida. Al menos el ardor por tanto sol había disminuido. Baje a prepararme algo de comer, él estaba ahí, comiendo, aunque me sorprendió verlo con un libro en las manos. Me acerque sin siquiera mirarle, él hablo -¿y cómo estuvo todo? Te llevo más de dos minutos ¿no es así?
No hable.
-¿Te duele la mano? ¿Tardas mucho en llegar al orgasmo? No te escuche gemir.
Estaba llegando a mi límite –Y mientras te tocabas, ¿pensabas en tu novio o te excitan otro tipo de cosas? Quizás pensabas en mí- dijo mientras me miraba de arriba a abajo.
Ya, era suficiente, me acerque a él para encararlo -¿Por qué no cierra la maldita boca? Solo está hablando estupideces una tras otra, no se meta en lo que no le importa, ya es bastante miserable estar aquí encerrada con usted para que haga aún más miserable la convivencia, de ahora en adelante debería limitarse a respirar, no quiero escucharle más, me asquea y me da nauseas, no se olvide que sigue siendo un peón más, si a usted lo matan seguro tardara más en que se enfrié su cuerpo que en encontrar un reemplazo, gente como usted nace a diario, así que solo limítese a existir.
Se mantuvo callado, pero su mirada no cambio ni una pizca ante lo que dije, había sido muy cruel pero era lo que pasaba cuando estaba muy enojada, él sonrió nuevamente –vaya, vaya, la mujer tiene boca para decir más de tres frases, ¿qué creíste que lograrías con eso? ¿Sobajarme? Escucha malcriada, palabras como las que tú dices las escucho todo el tiempo, las he escuchado desde que aprendí a caminar y por lo tanto me dan lo mismo. Sí, a mi podrían matarme y reemplazarme pero soy una puta maldición, quien se atreva a hacerlo aun así cargara conmigo como una sombra durante el resto de su vida, me da igual vivir o morir ¿Crees que me importan los sentimientos o lo que piense de mí una chica estúpida que no sabe nada del mundo y que se siente aterrada por un desconocido que por primera vez le habla como en el resto del mundo se habla? Por supuesto que no, así que gastaste saliva por nada, ahora ¿Por qué no vas y finges que el mundo no está girando alrededor tuyo y te encierras en tu puta burbuja de privilegios?
Dejo de mirarme y volvió la vista a su libro y a su comida, a mí el hambre claramente se me quito, di media vuelta para irme pero como si hubiera olvidado decirme algo mas dijo con voz clara –y yo también me siento miserable, pero no por estar encerrado, sino porque tengo que estar contigo aquí, en esta patética casa. Eres una pésima compañía, ojala este infierno se acabe pronto.
La noche había caído completamente, y la casa era un lugar completamente silencioso, ni siquiera escuchaba al extraño dar sus paseos, aún tenía la panza vacía y llena de bilis por todo lo que había pasado ese día y por sus palabras, ahora que lo pensaba él había sido más cruel que yo, contuve mis lágrimas, hacía mucho que no me sentía tan mal conmigo misma y sobre todo por lo que un completo desconocido me había dicho, ¿Por qué me afectaba la opinión de un imbécil como él? Me hice bolita y deje que el sueño cayera sobre mí, ya no quería pensar más.
Yo desee tener un sueño tranquilo pero mi cabeza deseaba otras cosas, soñé con él, no con las nimiedades de nuestra vida diaria, no con las peleas o roces que teníamos, ni siquiera con la cara de fastidio que tenía todo el tiempo, soñé con sus manos, con su cuerpo, con su voz grave y profunda gimiendo en mi oído, pidiéndome que gritara más fuerte para saber que lo estaba disfrutando, con su miembro entrando y saliendo dentro de mí una y otra vez, con el peso de su cuerpo sobre mí, apretando con fuerza, sus manos sobre mi boca, intentando callarme. Abrí los ojos, estaba ahí, mirándome, casi sobre mí, intente incorporarme y gritar pero me tapo la boca con una mano y con la otra hizo un gesto de silencio, ¿qué hacía? ¿A quién le pedía ayuda? me sentí vulnerable, pero lo que veía en su mirada era temor, se acercó sin quitarme la mano de la boca y me dijo con voz baja pero clara –alguien entro, viene por ti, tienes que esconderte.
Me retiro la mano de la boca y me incorporé, sentí el piso frio bajo mis pies, el extraño tomo mi mano y me guió desde mi habitación a la suya, abrió la puerta del vestidor y después la de un closet secreto, cuando iba a meterme ahí pude escuchar ruido de cosas caerse en el piso de abajo, me asuste, él volvió a taparme la boca –está bien, tardarán en encontrarte, metete ahí y cierra por dentro, he puesto un seguro- asentí, sentía el corazón acelerado y temblaba, el extraño me dio una prenda –si tienes miedo ponla sobre tu boca y cúbrete con ella, volveré por ti, por nada del mundo hables, quietecita- asentí con miedo, antes de que terminara de cerrar la puerta le mire, él no dejo de mirarme mientras volvía a llevarse un dedo a los labios y me pedía silencio.
Cuando la puerta se cerró, palpe la puerta, encontré el seguro y lo eche, me arrincone de nuevo y como me dijo me cubrí con la tela, entonces me di cuenta que no era tela, era una prenda, una sudadera oscura, larga, supuse que era de él. Me la puse, el cuerpo me temblaba sin control.
Afuera los sonidos apenas se escuchaban atenuados por la puerta y por qué me había puesto las manos sobre los oídos, pero escuche disparos, unos, dos, tres. Temblé, me lleve las manos a la boca, miles de recuerdos me vinieron a la cabeza, intente no pensar en lo que pasaba y que pronto acabaría.
Paso el tiempo, no sé cuánto, todo seguía en silencio, seguía temblando ¿y si esos disparos eran porque le habían disparado? Dijo que habían venido por mí eso significaba ¿que el estado de mi padre había cambiado?, volví a escuchar ruido, pero esta vez más cerca, como si alguien se aproximara hacía donde yo estaba, trague saliva con dificultad, sentí lagrimas correr por mi rostro, me contuve de sollozar, me hice más chiquita en aquella pequeña esquina. Sentí que los pasos estaban cada vez más cerca, un olor a oxido me llego a la nariz, era el olor a sangre. Un silencio largo, después un golpe, una pelea, escuche como caían cosas, como se rompían otras, gente forcejeando, eran dos hombres, no, tres, me apreté más fuerte la boca repitiéndome "guarda silencio, guarda silencio", después oí el ruido de un gorgojeo, era alguien ahogándose, le habían abierto la garganta, un disparo, más forcejeo, el ruido de una cabeza chocando contra el piso, varios golpes, un hombre peleando por vivir, la respiración cada vez más débil, agonizando bajo el peso de un cuerpo, silencio de nuevo, pisadas; para este punto yo no podía aguantar más, si me encontraban ¿con que iba a defenderme? Solo con mis uñas o dientes, pero no era contrincante para nadie, el miedo me tenía paralizada, los recuerdos apelaban a mi supervivencia. Los pasos se detuvieron frente a la puerta, la respiración estaba igual de agitada que la mía, intentaron abrir la puerta, contuve un grito, entonces una voz profunda dijo –soy yo langosta, ya puedes abrir.
Gatee hasta el seguro y lo jale, el extraño estaba ahí, esperándome, sus ojos me miraban mientras le veía la sangre correr por los brazos y el rostro, no me importo, salte hacía él, se quejó, pero no rechazo mi abrazo, sentí como me apretaba a su cuerpo –está bien chica, todo está bien, por hoy estas a salvo.
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Nos leemos la próxima.

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Prisionera
Hayran KurguNo era una cárcel, pero me sentía atrapada, la presencia de este hombre me enloquecía; una sombra, un guardián; yo me di cuenta que era una prisionera y lo único que me retenía a su lado, era el deseo. Toji Fushiguro debe pagar sus deudas y para ell...