Destiny (Mahür)

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Desde aquel día nada fue lo mismo, Mahidevran la fiel mujer que jamás tendría ojos para nadie más que para el hombre que debía amar cambio, dentro de ella se murió algo, No... algo renació en ella, algo murió el día que sus padres la entregaron como regalo y hoy renacía esa vieja joven que se obligó a morir en esa noche hoy renacía dentro las cenizas.

Ya lo había decidido no lloraría más por alguien a quien no amaba, pero sabía que lloraría por alguien que ahora estaba entrando en su corazón y que ante su mirada no existía.

Al menos este sufrimiento si sería por amor y no por tratar de ocultar lo que siempre fue.

𖥸

Sentada en aquel sofá de esos aposentos miraba el hermoso paisaje de afuera, aquel castigo que habían recibido fue duro, ambas tuvieron la culpa, sus peleas constantes fueron la razón de que estuvieran aquí ahora.

Gülsah entro a los aposentos he hizo una reverencia, Mahidevran al verla solo pensó en qué momento pudo haber sido tan tonta como para pensar en aquello que al final fue lo que la despertó, quizás debería haberse quedado como estaba y jamás volver a ser la joven del pasado.

—Sultana, me preocupa, no ha comido nada en todo el día ¿se siente bien? — pregunto Gülsah con un poco de miedo a su respuesta.

—No, quisiera estar bien pero no es así, he muerto o quizás renací, aunque mientras más lo pienso no sé qué sería peor— dijo con la mirada baja y el semblante triste.

—Sultana, seguramente ha renacido, ya lo vera, mañana quizás venga el guardia con una carta en donde su majestad le permita volver al palacio Topkapi junto a su hijo— dijo Gülsah con mirada optimista.

Mahidevran la miro seria y luego miro a la ventana —Ojalá fuese tan fácil, aunque vuelva a ese lugar algo en mi morirá cada día tras las cuatro paredes de mis aposentos— dijo con una lagrima rodando por su mejilla.

—Dígame sultana, ¿puedo hacer algo por usted? — pregunto arrodillándose a un lado de ella.

Mahidevran la miro con tristeza —Lo único que puede ayudarme es su corazón— dijo bajando la mirada.

—Usted deme la orden y yo cumpliré, le sacare el corazón sin pensarlo un solo momento— dijo la mujer con la mirada seria y decidida.

—No, así no es como quiero su corazón, estos días han sido un infierno, no solo porque mi hijo está lejos de mí, he vuelto a ser la mujer de antes, no puedo ser ella de nuevo— se dijo a sí misma intentando aun aferrarse a su papel de la concubina que aun luchaba por un amor no correspondido.

—Sultana, no entiendo que es lo que quiere— dijo la mujer aun en el piso.

—Te contare lo más privado de mí, una parte de mi corazón y de mi alma que nadie conoce— dijo con seriedad y la hizo que se levantase.