"El que desde sus primeros años se acostumbra a la maldad, hace luego del crimen un arte."
Ovidio
KYAN
(horas antes)
Observo como Leah se marcha con aquel chico en mi puta cara. Mi mandíbula se tensa y mis manos se vuelven puños mientras intento contener la rabia. Me dijo que iba a volver y me mintió. Nuestras miradas se encontraron, le rogué que se quedara con mis ojos y no lo hizo. Se marchó.
Pensé que confiaba en mí. Pensé que me creía. Pero el terror que mostraba su expresión al mirarme, era como una bofetada de agua fría para mí.
Mátala. Mátala. Ya es hora de que lo hagas.
Reviso su ubicación en mi teléfono, pero no recibo ninguna señal. El recuerdo de haber apagado su localizador mientras intentaba mostrarle que podía confiar en lo que le decía, me llega de repente.
—Imbécil. —mascullo para mí mismo.
Me doy la vuelta, agarro el abrigo que dejé hace unos minutos en la encimera cuando llegué y me lo coloco. Estiro la mano hacia el cuenco de chucherías y saco una paleta, guardándola junto al móvil en uno de los bolsillos del parka. Busco uno de los tantos cubos de Rubik que tengo guardados en la mesa de noche de mi habitación y me encamino fuera de mi apartamento.
Presiono el botón del elevador y espero que baje. Cuando las puertas se abren, me subo en él y marco el botón del último piso.
Siento como la sangre hierve dentro de mí mientras la imagen de Leah alejándose de mí, se repiten una y otra vez en mi cabeza. No puedo pensar en nada más que no sea ella. Y por eso necesito ir a un lugar a despejar.
El elevador se detiene en el piso veinte. Al pasar el umbral, me muevo hacia las escaleras de emergencia y subo sin parar hasta llegar a la azotea del edificio. Cierro la puerta tras de mí, sintiendo una holeada de frío, inmediatamente. Me coloco el gorro del abrigo sobre la cabeza y camino hasta el borde del edificio con las manos metidas en los bolsillos del parka.
Saco la paleta que guardé antes y le quito el envoltorio, llevándola a mis labios, sintiendo al instante el sabor a chocolate y leche.
Uso mis manos para subirme al muro que rodea el borde del edificio y sentarme en él, con las piernas colgando hacia el precipicio. Ignoro el aire que me despeina el cabello. Saco una de las manos de mi abrigo junto con el cubo de Rubik y, mientras la otra la uso para sacar de vez en cuando la paleta, comienzo a mover mis dedos, resolviendo el acertijo.
Mátala y acaba de una vez con tu tortura.
Ignoro la voz de mi oscuridad. Llevo tanto tiempo sin matar a nadie, que no ha pasado un día en que no deje de atormentarme. Quiere que mate a Leah, a fin de cuenta sus manos están manchadas de sangre; pero yo no puedo hacerlo, y menos sabiendo de su enfermedad.
Pero sé que, en lo más recóndito de mi ser, no lo hago por lo que ella provoca en mí.
Por eso necesito recapitular en todo lo que sé hasta ahora de mí investigación sobre "Blonder Jager", para encontrar al culpable y saciar mi sed de sangre.
Cuando culminé mi último asesinato, decidí que necesitaba una próxima víctima un poco más peligrosa, que suponiera un desafío para mí. Estaba harto de aquellas personas que solo asesinaban por mero impulso, sin medir las consecuencias, sin ocultar sus rastros.
No quería nada fácil, quería una presa que estuviera casi a mi nivel.
Me vino como anillo al dedo este asesino serial con el cual la policía no había podido dar desde que habían comenzado las muertes. Quedé cautivado con su método y enseguida comencé a seguirle la pista.
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Control: un cuerpo, dos almas©️ [Killer #0]
Mistero / Thriller«¿Cómo deshacerse de un monstruo del que te has enamorado?» *-* "The Bible Killer" pasó a la historia como uno de los asesinos seriales más peligrosos de la historia de Estados Unidos en su época. Cuando fue apresado, el mundo entero pudo respirar e...