Capítulo 12

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El timbre sonaba desesperadamente, abrí la puerta y no había nadie allí. Ladeé mi cabeza de un lado a otro inspeccionando la misteriosa caja que estaba en la entrada. Me acerqué a ella y la tomé entre mis manos.

Era negra, sin ninguna inscripción o tarjeta, solo amarrada con un gran lazo azul. Suspiré y desamarré el nudo. Tenía un poco de miedo, no era bueno que abriera una caja desconocida, menos si no tenía absolutamente ninguna descripción de quien la enviaba o si realmente era para mí o no. Pero mi inmensa curiosidad me ganaba y debía saber a gritos que había en aquella caja.

Levanté la tapa, rápido, sin suspensos. Encontrándome con una linda lencería femenina con estampados, además de diferentes implementos que se comprarían en un sex shop, como unas esposas, ligas, un látigo, cordeles y algunas cosas que no tenía ni la menor idea de para que servían.

Necesitarás todo esto, te espero este miércoles en mi departamento, tenemos mucho que trabajar. Espero que esté bien la lencería, no sabía que talla eras.

SiYeon.

Leí una vez más la tarjeta que se encontraba incrustada en el brassier y negué con la cabeza. Está demente si piensa que utilizaré todas esas cosas. Quizás la lencería, estaba bonita, pero jamás aquel látigo que me hacía poner los pelos de punta. Yo no quería ser una salvaje e insensible en la cama. Quería disfrutar plenamente y utilizar como tortura nuestros besos y el movimiento que nuestros cuerpos hacían al chocar entre sí.

Tomé con dos de mis dedos las esposas e hice una mueca de disgusto, nunca usaría eso. Las lancé lejos de mí sin procurar donde caían. Tomé las ligas, las estiré, estas hicieron un perfecto estira y afloja y volvieron a su estado normal. Eran lindas y no tenía idea para que servían. Así que, como un elástico, las tiré en algún lado de la habitación con diversión y cerré la caja cuando vi que lo demás era desconocido para mí.

Probé la lencería sobre mi ropa y miré mi reflejo en el espejo, tenían el juste perfecto. Por un momento me pregunté con cuántas mujeres SiYeon había estado para ser una gran compradora de lencería. Era eso o me había observado muchas veces y lo hizo por intuición. Bueno, eso último no. Ella ni siquiera me miraba, solo hablaba y hablaba. Y si lo hacía, era solo de manera profesional. Tomé el celular de la mesita de noche y marqué el número de su consultorio, necesitaba hablar con ella.

─¿Si?─la voz chillona de su secretaria me hizo apartar de golpe el teléfono de mi oído. Suspiré y volví a ponerlo donde correspondía.

─Hola, soy BoRa. Sé que esto no es lo más adecuado, pero necesito hablar con SiYeon.

─La doctora Lee─me corrigió interrumpiéndome. Rodé los ojos y recordé que ella jamás me había dado la confianza de llamarla por su nombre.

─Pero necesito hablar con la Doctora Lee─remarqué la última frase y ella hizo un sonido de aprobación.

─Entiendo, la transfiero en un momento─asentí extrañada. Eso fue realmente fácil, quizás ella esperaba mi llamada. La línea de espera sonó un par de veces y luego me respondió. Al escuchar su suave y sensual voz decir mi nombre, un escalofrío recorrió toda mi médula espinal y olvidé absolutamente todo.

─BoRa─repitió y volví a la realidad. Suspiré y moví mi cabeza de un lado a otro despejando mi mente.

─Acá estoy─respondí y me golpeé la frente por mi gran estupidez.

─Lo sé─rió y solo sonreí incómoda, tomando entre mis manos el brassier─¿Qué sucede?

─Apareció una misteriosa caja en mi puerta y...─suspiré, era difícil decirlo─Algunas cosas─musité con la voz entrecortada. Escuché una gran carcajada a través del celular y solo suspiré una vez más, esperando a que el agradable sonido de su risa se calmara.

─Son cosas básicas usadas en el sexo, no es nada del otro mundo.

─Lo sé, pero es difícil decirlo. Y quería comunicarte que ni siquiera te atrevas a pensar que usaré eso.

─¿Por qué no?

─No quiero ser una maniática del sexo, ni torturar a mi amante con esas cosas─dije y ella rió una vez más.

─No es tortura, es placer. A muchos les gusta jugar rudo, la vida sexual a veces se vuelve monótona y es bueno cambiar.

─¿Recuerdas qué yo ni siquiera sé como se hace?

─Sí, lo recuerdo, pero no estoy diciendo que lo usarás de inmediato, es solo para que te familiarices.

─¿Y la lencería? ¿También es para que me familiarice?

─No, es para que la utilices este miércoles.

─¿Para qué?

─Solo póntela.

─Pero...

─Tengo cosas que hacer, adiós, nos vemos─cortó y quedé con la boca abierta.

Ella había olvidado un pequeño detalle, no tenía la menor idea de donde vivía.

Virgin | SuaYeon G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora