XXI

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Caminamos hacia la salida y Yoon me toma de la cintura, con cierta fuerza que me sorprende. 

— ¿Ya no estás enojado?. — pregunta en tono cálido, mientras me deposita algunos besos pequeños en el cuello. 

Honestamente, me he relajado bastante. Pero aún está ahí una pequeña chispa que me dice que lo aleje de mi cuerpo y me mantenga seguro. 

¿Es acaso Yoongi una amenaza para mí...? 

— Te partí la cara, creo que estoy bien con eso. — le respondo perdido en mis propios pensamiento. 

— Duele, por cierto. 

— Me alegra. 

Salimos y cuando estamos en el auto, me pica tanto la curiosidad que como no veo que tenga planeado contarme, le preguntó directamente. 

— ¿Quién era ese chico?. 

— Ah... Es un primo, él lo dijo. — me responde sin darle mucha importancia. 

— Ya... — me limito a responder. 

Y muy en el fondo sé que es mentira. La tensión en ambos era más que notoria, pero ¿Por qué?. Yoongi es un completo laberinto sin salida, y sus obstáculos son todas las dudas que deja que se apoderen del aire que respiras. 

— Jimin, ¿De verdad creés que eres apto para mi mundo?... — pregunta de la nada. 

Y me incomoda un poco, ya tuve bastante de eso por hoy y está última semana. Ahora, me gustaría volver a mí yo de siempre, estar solamente preocupado por mi uniforme el día de mañana y listo. 

Antes de Yoongi no había nada más porque preocuparme que no fuera el Instituto o las salidas al parque con NamJoon.

— No me apetece hablar de sexo ahora. — le respondo de mala gana, girando mi rostro a la ventana. 

Él asiente lentamente y se concentra en el camino, creó que tampoco está muy animado para eso. 

Descanse un poco mientras se daba una ducha, así que por suerte no vuelvo a quedarme dormido durante el viaje. 

Para cuando llegamos, se baja del auto para llevarme hasta la puerta, donde me toma de la mano y me acaricia los nudillos con cierta preocupación y melancolía. 

— Buenas noches. — le digo intentando que me suelte. 

— Jimin... 

Hoy, es la milésima vez que ha dicho mi nombre para dejarlo suspendido en el aire. 

— ¿Si?. 

Me mira a los ojos y los suyos tiemblan por un momento. 

— Nada. ¿Quieres que entre para calmar todo?.

— No, será mejor que no te enfrentes a mi padre. 

— Bien, entonces. ¿Paso por ti mañana?. 

— No, estoy bien. Puedo ir solo — le digo dejándole un beso en la frente. 

Con mi mano izquierda lo tomó de la muñeca, para hacer que me suelte y entró a casa, consiente de que van a comer lo que queda de mí. 

Mis padres están en la sala, mi papá se levanta y parece buscar a Yoongi con la mirada. 

— Park Ji Min, ¿sabes que te metiste en un problema?. 

— Lo sé y lo siento. La madre de Yoongi no paraba de hablar. — le digo fingiendo molestia por eso. 

Y parece que, de alguna forma, sumamente extraña. Les tranquiliza saber que, al menos, no he estado a solas con él. Y me dejan ir a dormir, cosa que agradezco muy en el fondo de mí, estoy hecho pedazos y lo necesito. 

𝙳𝚒𝚊𝚛𝚒𝚘 𝙳𝚎 𝚄𝚗 𝚂𝚞𝚖𝚒𝚜𝚘 [Editando Ortografía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora