III

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Mientras comemos estamos hablando, bueno mi madre está hablando con YoonGi, mi padre interrogandolo y yo solo escucho, no quiero hablar.

Estoy nervioso, avergonzado porque estoy cenando en la misma mesa y en el restaurante del tipo que ha hecho que me corra esta tarde... Bueno su recuerdo lo hizo.

—¿Porqué te has mudado de Universidad? ¿Tuviste problemas?.

Le saltó los ojos a mi madre, como pidiéndole que no sea tan entrometida y ella me sonríe.

—No, solo quería estar en esa. Me gusta. Me gusta la gente que hay en el.—Gira el rostro y me sonríe— Unas más que otras.

Me sonrojo y siento que la cara me arde otra vez.

Agachó la cabeza escondiendo mis ojos en la gorra para no verlo directamente.

Entonces mejor me levanto. Necesito un respiro.

—Perdón. Necesito ir al baño.

Hago una referencia y mi padre me asiente, como dándome permiso para levantarme de la mesa, apresar de que ya lo he echo.

YoonGi me imita.

—Tengo que ir también.

¡¿Qué?! ¡No, no no! Por favor no.

YoonGi se posa a mi lado, y cuando nos perdemos en un pasillo, confiado de que mis padres no nos ven, me toma de la cintura.

Me estremezco al toque y me siento más nervioso. El ardor en mis mejillas sube de tono.

—Te conduzco.

Llegamos al baño, entramos y me suelta por fin. Casi corro y me escondo en uno de los baños.

No quiero hacer del baño, solo quería huir de el, pero me ha seguido. Es un idiota.

Incluso el baño es elegante, pero no me pierdo mucho mirando los detalles, todo es color gris y ya, es lo único que noto.

Entonces siento que intentan abrir la puerta, y hay dos botones a su lado, uno verde y uno rojo.

Presionó el botón rojo y el seguro de activa.

—Sal de ahí. Se que no necesitas el baño.

Un miedo me invade y no respondo.

—¿Porqué tienes que huir de mi?. ¿He dicho algo malo?.

Me sonrojo.

No no lo has echo. Solo me has echo sonrojar frente a mis padres.

Lo escucho suspirar.

—Podemos hacer que tus padres esperen días. Pero no me voy a ir de aquí sin que salgas. Solo abre la puerta.

—El dueño de un restaurante acosa a sus clientes. ¿Eso no es malo?.

Por fin logro hablar. Y lo que digo es una tontería.

—Me preocupo por el bienestar de todos mis clientes. Estoy preguntandole a uno que acabo de ver huir. ¿Eso es malo?.

Por un momento consideró lo primero que dijo. No puedo dejar a mis padres esperar demasiado, posiblemente se pongan de mal humor o mal piensen.

Así que presionó el botón verde, se escucha el seguro desactivarse y salgo, está recargado pero no sentado, sobre los lavamanos de cuarzo blanco.

Lleva las manos metidas en los bolsillos, me voy a su lado y me enjuagó las manos aunque no las he ocupado.

Se mira el reloj que lleva en la muñeca izquierda.

𝙳𝚒𝚊𝚛𝚒𝚘 𝙳𝚎 𝚄𝚗 𝚂𝚞𝚖𝚒𝚜𝚘 [Editando Ortografía]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora