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El alfa Tayler no tardó en tomar asiento al lado de su omega ahora que Mark había desaparecido de su vista

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El alfa Tayler no tardó en tomar asiento al lado de su omega ahora que Mark había desaparecido de su vista.

— Comienzo a sentirme un poquito celoso por esta reunión familiar —bromeó, jovial— ¿Puedo saber qué está pasando? Sabes que te considero como mi cachorro, Gabriel —añadió— ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?

El omega le sonrió, más realizó un rotundo gesto de negación con su cabeza. Sólo la Diosa Luna podía ayudarlo con su único problema; que Mark aceptara a Ava como su pareja y que, por ende, su omega no saliera de aquella cocina hecha un manojo de nervios debido al terror que le habría causado su sobreprotector padre.

— Ava va a cortejarme —le hizo saber, emocionado— Pero antes... —se calló— Debe ser aceptada por mi padre.

Tayler miró al chico con confusión.
Sin embargo, Gabriel no pudo apreciarlo porque su mirada permanecía sobre la salida de la cocina, a la espera de que salieran.

Sonrió ampliamente al ver cómo Ava salía del lugar con una amplia sonrisa. Entonces, corrió hacia ella y la abrazó tan fuerte como pudo, sabiendo que Mark los había aceptado.

¡Diosa! El alfa con un corazón de hierro había aprobado su relación. ¿Cómo podía ser esa una mala señal de que no lograrían formar un lazo? Definitivamente, ellos lo lograrían.

Andrés lo dudaba.
Tayler lo dudaba.
¿Quién más se opondría?

— ¿Nos vamos? —inquirió en un susurro sobre su oído, para que sólo él pudiera escucharla— Antes de que tu padre se arrepienta de haber hecho un trato conmigo, ¿sí?

Gabriel frunció su ceño, ligeramente disgustado con su padre. ¿De qué trato estaba hablando? ¿Por qué Mark Doyle se atrevió a hacer uno con su futura pareja? ¿Y a cambio de qué? Ese alfa testarudo quería, y podía, arreglar sus propios asuntos sin la ayuda de nadie, ¿por qué meter a su omega en medio? Aunque..., tal vez..., estaba relacionado de forma directa o indirecta con su madre Jazmín. Entonces, lo comprendió un poco mejor; él jamás haría algo que pudiera ofenderla tantísimo.

— Sea lo que sea que te haya pedido que hagas, ni se te ocurra cumplirlo —le advirtió en un murmullo— Al menos no hasta que mi madre nos dé su aprobación, ¿vale? Por favor, Ava.

La omega asintió, sonriendo.
Gabriel suspiró, aliviado.

— Bueno... —comenzó a decir Mark, llamando la atención de los presentes— ¿Estamos invitados a la ceremonia?

Gabriel se encogió de hombros.

— Aún no sabemos si mamá lo aprueba —respondió— ¿Mamá?

Antes de que Jazmín pudiera dar su sí, Tayler interfirió en la conversación. Mirando únicamente a su omega, le hizo saber que como su pareja, él también tenía derecho a decidir sobre la vida de alguien a quien consideraba su cachorro.

Amor de omega ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora