𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐬𝐭𝐚.
El que sería su nuevo hogar no estaba del todo mal. Quizás un poco vacío como para sentirlo como suyo, pero parecía agradable a primera vista.
Debido a la ausencia de sus padres, Ava tendría mayor privacidad.
Sus hermanos estarían demasiado ocupados yendos tras los omegas de los que habían quedado prendados tras la visita a su manada y no la molestarían demasiado.
Definitivamente, la idea le agradaba lo suficiente como para admitirlo para sí misma, pero jamás se lo haría saber a su familia, pues aún estaba molesta por el hecho de haber sido obligada a seguir los pasos de sus hermanos. ¿Qué creían? ¿Qué Luna Rosa sería el lugar ideal para encontrar a su amor verdadero? Ella no era como sus hermanos. Nunca se había sentido atraída por nadie y jamás lo haría. No.
— Deberías socializar un poco —aconsejó Adriana de forma cuidadosa— Sé que acabas de llegar y que primero tienes que adaptarte a la idea de estar en otra manada, pero creo que conocer el territorio te ayudará —expresó, jovial— Las personas han sido muy amables con nosotros hasta ahora. ¿Por qué no lo intentas?
La idea de socializar no le agradaba en lo absoluto. Sabía lo que sucedería, incluso antes de que hubiera ocurrido. Ella era una omega y no tardaría en despertar la curiosidad de los integrantes de esa manada. Dicha curiosidad se tornaría en interés por parte de algunos lobos y, sólo por estadística, alguno mostraría su interés en algo más que una posible amistad. Entonces, Ava se sentiría tan irritada que no tardaría en mostrar su verdadero carácter. Ahí empezaría el caos y quedaría marcada bajo la etiqueta de omega agresiva. ¿Le importaba? En lo absoluto. Pero no quería que los omegas que habían conquistado el corazón de sus hermanos huyeran despavoridos con tal de no tenerla como cuñada.
— No creo que sea una buena idea.
— Pues a mí sí me lo parece—añadió Iván, invitándose a sí mismo a unirse a una conversación privada— Estoy de acuerdo con Adriana, así que inténtalo. Por favor, Ava.
La omega supo de forma inmediata que dicho por favor era una mera cortesía para enmascarar una orden. Entonces, se enfadó tanto como si hubiera sido llamada Effie, o sea muchísimo. Odiaba ser llamada así.
Su aroma se tornó agridulce a causa del enojo y pronto le mostró sus colmillos, desafiándolo a intentar siquiera darle otra orden. Ella odiaba mandar en vidas ajenas, pero esa emoción se intensificaba si alguien intentaba inmiscuirse en la suya.
No acataba órdenes y tampoco obedecía a nadie que intentara usar su voz en ella. Su loba luchaba con toda su fuerza de voluntad contra el mandato y siempre resultaba victoriosa.
Jamás se había doblegado ante nadie.
Sólo sentía un ligero afecto por aquellas personas que se dirigían a ella con respeto. El resto de personas que intentaban doblegarla sólo por ser una omega resultaban heridos.
— Nadie va a enzarzarse en una pelea en mi nueva cocina —advirtió Lilian, severa— Más te vale guardar esos colmillos, Ava —le aconsejó— Y tú, Iván —lo miró, irritada— No te metas en conversaciones que no tienen nada que ver contigo. Si Ava no quiere salir, que no lo haga —añadió— Ya lo hará cuando se sienta preparada, pero te lo advierto —miró a Ava de nuevo— Te estás perdiendo un lugar fantástico. Nada puede superar la manada en la que crecimos, pero este territorio es muy agradable también. ¿Sabes qué es lo que te estás perdiendo? Una cafetería, hermana. Esta manada cuenta con una, y déjame decirte que tienen unos dulces que podrían matarte con sólo mirarlos.
Eso la sorprendió un poco. ¿Una cafetería? Jamás había conocido una manada que contara con una, y sólo había visto algunas gracias al mundo humano. ¿Sería igual? Su curiosidad despertó lo suficiente como para querer salir a conocer el territorio.
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Amor de omega ©
Manusia Serigala«Amor de omega» marca el comienzo de una historia protagonizada por Ava y Gabriel [omega y omega]. La época favorita de los hombres lobo se acerca, y con ella el fenómeno que da nombre a su manada; «Luna Rosa». Su llegada es sinónimo de alegría, po...