las pizzas de la tienda de comestibles que su padre guardaba en el
congelador, horneada a un agradable color marrón dorado, y dos vasos del
ponche de frutas que le gustaba a Oswald. La pizza ya estaba cortada, lo
cual fue un alivio, porque Oswald no podía imaginar lo que habría hecho si
hubiera visto la cosa sosteniendo un cuchillo. Probablemente saldría
corriendo y gritando a la calle.
Oswald se sentó a la mesa y se sirvió una porción de pizza. No tenía
muchas ganas de comer, pero sabía que no podía actuar como si algo
estuviera mal. Tomó un bocado de pizza y un sorbo de ponche.
—¿No vas a comer nada... papá? —preguntó. Fue difícil llamarlo papá,
pero se las arregló.
La cosa amarilla se sentó frente a él en silencio con su mirada sin
parpadear y su sonrisa congelada, con una porción de pizza sin tocar en un
plato frente a él junto a un vaso de ponche intacto.
«¿También podrá comer?» ¿Necesitaba hacerlo? ¿Qué es de todos
modos?» Al principio pensó que era un tipo con traje, pero ahora no estaba
tan seguro. ¿Era algún tipo de animal animatrónico altamente sofisticado o
un conejito gigante real de carne y hueso? No sabía qué posibilidad era la
más inquietante.
Con gran esfuerzo, terminó su porción de pizza y su vaso de ponche,
luego dijo—: Gracias por la cena, papá. Voy a tomar un vaso de leche e ir
a hacer mi tarea.
La cosa amarilla simplemente se quedó ahí.
Oswald fue al frigorífico. Comprobó que la cosa amarilla no estuviera
mirando y vertió un poco de leche en un cuenco. Una vez que estuvo en
su habitación, no cerró ni trabó la puerta porque no lo haría si estuviera
en casa con papá. Lo normal. Normal para no despertar sospechas.
Deslizó el cuenco de leche debajo de la cama, donde aún se escondía
Jinx.
—Vas a estar bien —susurró.
Esperaba tener razón.
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Into The Pit
HorrorPrimera historia del primer fazbear frights traducida Copyrigth © por Scott Cawton. Todos los derechos reservados