-Hillary- la llamó Carolina desde el otro lado de la radio, pero jamás le contestó.
Carolina se encontraba sentada en el columpio bajo el enorme árbol del patio de su casa, sostenía la llave en la palma de su mano, solo que... no tenía idea de donde estaba la puerta que debía abrir.
Había tratado en todas las puertas de la casa, había abierto y cerrado las puertas, pero la llave nunca cedió.
Se balanceo en el columpio.
Recordó aquella época, antes de que su madre falleciera, era pequeña, ella y su hermana solían pelear tanto por subirse al columpio, pero al final siempre dejaba que Carolina se subiera y la empujaba tan fuerte que sentía que podía tocar el cielo con la punta de los dedos de los pies.
Después todo cambió, su madre murió, su padre empezó a salir con otras mujeres, ya no tenía tiempo para ellas, le dio toda la responsabilidad a su hermana para cuidarla, empezó a ser una carga para Hillary, después ella también se distanció.
Observó su casa, sabía que era falsa, pero anhelaba tanto volver a entrar y ver a todos en la mesa, tal vez peleando, pero saber que todos estaban bien.
La risa de una niña pequeña la hizo salir de sus pensamientos, vio su sombra correr al interior de la casa. Curiosa, decidió asomarse a una de las ventanas, realmente no quería entrar, sabía que el muñeco podría estar ahí, esperándola.
- ¿Mamá? - preguntó impactada al verla por la ventana pasar hacia la sala.
Se acercó a la puerta de la cocina, suspiró profundamente antes de entrar, realmente no quería volver a hacerlo, sentía la mirada del muñeco cada que se encontraba adentro, sabía que la observaba, pero ella no podía verlo a él, aún así debía ver a su madre, al menos una última vez.
Entró a la casa, se paseó por la cocina, aun escuchaba la risa de una niña, estaba nerviosa, sabía que su madre no era real, pero quería verla, sintió un nudo en el estómago, las piernas y las manos no dejaban de temblarle.
Quería verla, al menos una última vez. Se asomó al comedor y ahí estaba, una esbelta mujer de lacios cabellos dorados, comiendo pan dulce junto a una pequeña niña de rizados cabellos dorados. Carolina no pudo contener las lágrimas, las piernas le temblaron, sintió un enorme hoyo en el estómago, la presión en el pecho apenas la dejaba respirar.
- ¿Mamá? - dijo con dificultad
- ¿Caro, que te pasa? ¿Por qué lloras? ¿Quieres jugar con Hillary? - dijo la tierna voz de su madre.
-No- dijo la pequeña niña de apenas seis años, tomada de la mano de su madre- dijiste que tu jugarías conmigo hoy.
-Podemos jugar las tres juntas- sonrió tiernamente- pero primero, hay que cenar- le hizo señas a Carolina para que se acercara.
Carolina se sentó en una de las sillas, no podía dejar de observar a su madre, se veía tan real.
-Caro, come- le dio una pieza de pan dulce- después iremos a jugar- sonrió dulcemente.
-Mamá- susurró con un hilo de voz.
-Vamos, vamos. También preparé un poco de chocolate caliente- le sirvió en una pequeña taza de princesa- sé que es tu favorito- sonrió- Una noche no nos hará daño un poco de azúcar.
Carolina limpió sus lágrimas antes de darle un sorbo al chocolate. Era igual a antes, a aquellas noches, observó a su pequeña hermana.
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NIGHTMARE FAIRYTALE
Misteri / ThrillerLos sueños pueden volverse realidad, pero no siempre como nosotros deseamos. Una noche de fiesta diez compañeros son secuestrados y llevados a un juego de adivinanzas, si fallan morirán, pero si adivinan la respuesta podrán acercarse a la meta. ¿Te...