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Me desperté comodamente en mi suave cama.

Bostecé varias veces.

Me preparé con el uniforme del General y bajé hacía el comedor.

- Buenos días, hijo. - Habló mi padre entretanto leyendo el periódico.

- Buen día padre - Murmuré mientras me sentaba lo más alejado de él.

- ¡No puede ser! - Gritaba mi padre con desesperación.

- ¿Que pasa? - Suspiré mientras dirigía la taza a mi boca.

- Los judíos siguen teniendo dinero suficiente para vivir. - Chillaba alarmando a los soldados.

- A partir de ahora iremos llevando a los judíos a campos de concentracción, les cerraremos los locales y les quitaremos el dinero. - Habló mi padre dirigiendose a por un plano.

- Está zona será la que mandaremos a los campos de concentracción, ya que es la de más riqueza. - Murmuró mi padre.

- A la orden General. - Dijerón los soldados mientras hacían una reverencia para retirarse.

Ahora mismo tenía curiosidad si el joven raro de ayer tendría que ir a los campos de concentracción.

- Hijo mio. - Habló mi padre más calmado.

Solo me dedique a asentir mientras seguía perdido en mis pensamientos.

- Tú irás más adelante a los campos de concentracción a supervisar a los asquerosos judíos. - Dijó mi padre mientras se acercaba a mi.

- Ya sabes que hoy tenemos una reunión importante, más te vale no llegar tarde. - Explicó mi padre.

- ¡Ya te he dicho que no! - Grité con fastidió.

- ¡Ni se te ocurra elevarme la voz! ¡No te estoy preguntando, te vas a casar con Elisabeth quieras o no! - Voceaba mi padre mientras se acercaba a mi.

- Sabes que está unión nos beneficía, así que si quieres seguir siendo mi hijo comportaté. - Dijó padre ahora más calmado mientras se retiraba a su despachó.

Estaba hartó de sus ordenes y sus alianzas.

Decidí salir de esa repugnante casa.

Me dirigí a un bar donde me esperaba mi amigo que era mienbro de una de las familias más ricas hasta la fecha.

- ¡Yoongi! - Gritó mi amigo desde la barra.

- Jin, porfin te encuentro - Susurré sentandome a su lado.

- ¿Al final va a haber boda? - Dijó burlandose.
- Lamentablemente si. - Respondí mientras bebía un trago.

Estuvimos un rato hablando hasta que Jin se tuvo que ir por asuntos. Decidí salir de ese bar para dirigirme a unos callejones.

De la que iba caminando ví al chico raro de ayer.

- ¡Oye, tú! - Grité haciendo que el chico volteara aterrado.

- ¿Si? - Respondió en un susurro poco notable.

- ¿Porque siempre andas por aquí? ¿Acaso no tienes casa? - Lo Mire mientrás él negaba.

- ¡No, no es eso! Simplemente salgo a buscar comida. Habló ahora avergonzado evitando mi mirada.

- Toma. - Murmuré entre que le daba un par de monedas.

- Muchisímas gracias, General - Respondió timidamente mientras hacía una reverencía.

- ¿Cual es tú nombre? - Pregunté con curiosidad.

Balle perdueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora