Llevaba casi una semana en este infierno.
Todos los días la misma rutina, te levantabas te llevaban a cargar peso y así hasta la hora de cenar.
La cena consistía en un diminuto trozo de pan.
Como era de constumbre los soldados vinierón a golpear la puerta para que nos levantaramos.
Había un judío que había aprendido alemán así que era el que nos traducía lo que decían aquellos soldados.
Al parecer hoy nos libraríamos de trabajar porque teniamos que hacer un examen físico para ver que judíos podían seguir trabajando.
Sentía miedo, mucho miedo. Sabía que cada vez estaba peor de la salud.
Me costaba mucho llevar esas piezas pesadas.
Conocía perfectamente a los alemanes y era bastante obvio que se desarían de los que ya no estaban en buenas condiciones.
Estaba esperando en la larga fila.
Las personas tenían miedo y la mayoría lloraba por la perdída de sus seres queridos.
Hace unos días había menos ancianos y niños.De algún modo se habían desecho de ellos.
Mientras esperaba la cola estube hablando en susurros con Namjoon.
Era un chico muy amable y en tan pocos días ya le había cogido mucho cariño.
- ¿Si salimos de aquí con vida, nos seguiremos viendo Jimin? - Susurro Nam evitando que los soldados nos oyeran.
- Sabes que sí. Quedaremos para ir en bicicleta viendo los atardeceres. Mencionaba mientrás avanzabamos en la fila.
Cada vez que nos acercabamos más sentía mucho miedo al pensar en mi condición.
Al cabo de unos diez minutos estaba a cinco personas de ser atendido.
Había personas que salían llorando, eso solo significaba que iban a fallecer.
Cuando llegó mi turno un soldado me cogió y me llevó hasta una puerta.
- ¡Buena suerte Park! - Susurró Namjoon.
Al soltarme me dirigí hacía esa puerta y al entrar el doctor me esperaba despaldas.
-X: Hola, te voy a hacer una revisión. - Dijó mientrás se daba la vuelta.
Al girarse no podía creer quien era.
- ¿Hoseok? - Hablé sorprendido.
- ¡Oh por dios! ¡Jimin eres tú! - Respondio sorprendido mientrás se acercaba a mi.
Me cogió suavemente, me pegó a él y me dió un cálido abrazo.
- Pensé que no volvería a verte. - Susurró con tristeza.
Hoseok era un viejo amigo que trabajaba en la tienda de periodícos de mi familia, pero se tuvó que ir por que encontró un trabajo con más sueldo.
- ¿Pero que haces aquí? - Dijé sin entender.
- Me obligarón a trabajar aquí, Jimin. Sabés que si fuera por mí jamás hubiera venido aquí. - Respondió con melancolía.
Oímos como los soldados golpeaban la puerta indicando que el analisís fuera más rápido.
Hoseok me hizo las pruebas y su cara de preocupación me asustó.
- Jimin, estás fatal. - Mencióno asustado.
No sabía como reaccionar, era consciente de mi mal estado pero no quería irme.
- Tranquilo. - Habló Jung mientrás ponía su mano en mi hombro.
- Como eres mi amigo haré una excepción, para que no mueras cargando peso ni de otra forma te enviaré a ser el camarero de los de rango mayor. - Susurró el mayor.
Me acerqué a él con un suspiró y le dí un gran abrazo.
- Gracias, ¿te podría pedir un favor? - Le dijé mientrás nos separabamos.
Le mencioné la existencía de mi amigo Namjoon, quería que él tampoco tuviera que soportar seguir cargando esas piezas.
Estuvó pensando mi propuesta unos segundos hasta que accedío.
Al terminar mi analisís, me llevarón a los barracones.
Hoy por la noche empezaría mi turno como camarero.
Tenía miedo de que algo saliera mal.
Eran alemanes y no tendrían ninguna piedad conmigo.
El día paso rápidamente y llegó la hora de la cena.
Namjoon y yo habíamos sido los únicos elegidos.
Nos dirigiamos a las cocinas para llevar la comida a las mesas.
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Ya habían terminado de hacer los analísis médicos.
Mi amigo Kim y yo estabamos mirando todos los documentos, buscando a el castaño.
Mi desesperación aumento cuando no lo encontraba por ningún sitio.
- ¿Y si le pasó algo? - Hablé lo más rápido que pudé.
- Min, vamos a la cena y preguntemosle a Hoseok que es el encargado. - Dijó Jin tratando de parecer tranquilo.
Nos dirigimos a aquel comedor y nos sentamos en una mesa apartada esperando al amigo de Jin.
En toda la sala se escuchaban rumores de que habían puesto a camareros judíos.
Todo el mundo se calló cuando entró un chico alto con una bandeja.
Poco a poco fue repartiendo la comida.
Al llegar a mi mesa nos sirvió un caldo.
Tenía bastante hambre por que los últimos días no había comido bien, así que por accidente tiré en mi camisa un poco del caldo.
- Mierda. - Murmuré mientrás me levantaba a la cocina a por una servilleta.
Al ir hacía la cocina me encontré con aquel chico alto que se ofreció a ayudarme pero preferí que fuera a servir la comida a la gente que faltaba.
Una vez llegue a la cocina estaba todo oscuro, prendí una luz y busque las servilletas.
- Joder, es una de mis mejores camisas. - Dijé al ver como ese caldo no se iba.
Levanté mi vista para coger otra servilleta cuando al fondo vi una silueta.
- ¿Jimin? - Susurré suavemente.
-¿General,eres tú? - Respondió él.
Me acerqué lo más rápido que pude hacía él y le di un fuerte abrazo.
- Estás vivo, pensé que te habían hecho algo. - Murmuré mientrás me apegaba más.
- Yo también la pase mal por ti. - Habló suavemente mientrás pasaba sus manos por mi cintura.- ¡Vaya veo que lo encontraste! - Dijó alguien fuertemente desde la puerta.
Nos separamos y le miramos.
- ¿Porque arruinas esté momento Jin? - Hablé enfadado.
Al ver la expresión de Jimin pudé notar que sentía miedo de mi amigo y él tambien lo pudó ver.
- ¡No me tengas miedo! Soy inofensivo. - Mencionó Jin acercandosé a una estantería.
-Toma para ti. - Volvió a hablar Jin, extendiendole un pan relleno de chocolate.
-Los suelo hacer para los rangos superiores pero eres la excepción. - Murmuró Jin.
Jimin lo cogío mientrás rápidamente lo metía en su boca.
- No me esperaba este sabor. Deberías abrir una panadería. - Respondió Park con una sonrisa.
Jimin nos contó que ahora lo habían puesto de camarero y que ahora tenía que ir a atender.
Quedé con él para vernos mañana en alguna parte del día.
El asintió y mostró esa bonita sonrisa.
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Balle perdue
Fanfiction1945 El General Min conoce por casualidad a Park Jimin un joven judío. Dos amantes que tendrán que sobrevivir en medio de una guerra.