Capítulo 8: More than a feeling

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Inverness estaba cubierta por un suave manto blanco como una capa que la engalanaba, haciéndolo ver como un escenario de cuento a través de la ventana. Su pie golpeaba con impaciencia el suelo de moqueta que un día fue verde y que cubría la sala de la biblioteca. Tecleaba con rapidez en su ordenador datos y datos de la misma especie que tenían que digitalizarse, rogando por acabar de una vez. Miles de filas de información se dibujaron ante ella y no podía esperar a ir de vuelta a la residencia y dormir. La bibliotecaria se asomó y la miró con el ceño fruncido. Diana era la única persona que estaba en el edificio en el día de nochebuena y era por ello el único obstáculo para que pudiera cerrar e irse con su familia. La mujer carraspeó captando su atención y con solo mirarla pudo entender su mensaje, así que guardó con rapidez sus cosas y se marchó.

El frío aire de diciembre la recibió, provocando que se encogiera sobre sí misma tratando de mantener su calor corporal. Suspiró provocando que una nube de vapor saliera de su boca y comenzó a caminar, rumbo a su residencia. Su teléfono comenzó a vibrar y cuando lo miró se le paró el corazón. Llevaba tratando de evitar esa conversación desde que llegó a Inverness hacía apenas dos semanas y ya no le quedaban más excusas. Respiró hondo antes de responder.

-¿Mamá?

-Hombre, por fin te dignas a cogerme el teléfono. Sorprendente que por fin estés libre.

-Tenía mucho trabajo.

-Ya veo, ya...¿cómo estás?

-Bien, cansada.

-Lo sabía, es una locura lo que has hecho. Has cogido una ridícula beca con tal de no pasar la navidad con nosotros. Solo tienes veinte años y ya estás consumiéndote.

-Sabes perfectamente que yo no soy bienvenida en esa casa.

-Ya estamos con la pataleta. Él te quiere aunque no lo creas.- Diana no pudo evitar poner los ojos en blanco.

-Seguro mamá, seguro.

-No eres capaz de darle ni una sola oportunidad. ¿Sabes lo difícil que me lo pones? Estás tratando todo el rato de que coja un bando.-La voz de su madre se rompió.

-Esto era precisamente lo que quería evitar.

-¿El qué? ¿Chantajearme? ¿O tratar de hacerme sentir mal por no querer posicionarme?- Los sollozos de su madre se escuchaban cada vez más fuertes a través de la línea, haciendo que a Diana se le revolviera el estómago y que sus ojos le empezaran a picar.

-No tengo ganas de discutir en Nochebuena, mamá, así que voy a colgar. Lo siento.

-Dian...

Apagó el móvil y miró el cielo oscuro cubierto por las nubes, tratando de contener sus lágrimas. Se sentía la peor hija del mundo decepcionándola a cada rato, odiaba hacer llorar a su madre y desde que perdió a su padre, eso pasaba continuamente. Pero también sabía perfectamente que estar cerca de él la hacía temblar de miedo y que él la odiaba con cada fibra de su ser.

Miró su reflejo en el escaparate de la vieja librería Leakeys y se sintió impotente. Solo era una don nadie, irrelevante y desagradecida de veinte años, que había sido capaz de coger la peor beca del mundo con tal de no pasar la navidad en Barcelona. Y aquel día soñó con que llegara el día en que pudiera mirarse al espejo estando satisfecha y sintiéndose genuinamente feliz con su vida.

Siete años después.

Sus ojos recorrieron su reflejo en el espejo antes de soltar un sonoro resoplido.

-Esto es absurdo.- Dijo mientras miraba la forma gatuna que el delineador había dejado en su mirada.

-No lo es.- Respondió Silvia a través de la videollamada.- Es tu momento de reputar.

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⏰ Última actualización: Jul 03 ⏰

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