Capítulo 1

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Lo primero que hiciste fue pensar en el tamaño de tu café. El trabajo y los cientos de pendientes te tenian agobiada, y te absorbían de tal manera que habías dejado de lado tu vida social y amorosa. Querías iniciar algo propio, ser tu propia jefa te vendría de maravilla, pero lástima que te hacian falta 4 meses aproximadamente para terminar tu carrera. Mientras tanto tu trabajo, que no tenia nada que ver con lo que estudiabas, te aislaba cada vez más y más.

- Mi niña - Se acercó Gina, la dueña del lugar y tu casi madre en Londres. - ¿Te traigo lo de siempre?

- Si Gina. Lo de siempre.

La mujer se retiró a la cocina, y tu te sentaste en el taburete de siempre, increible pero hasta sentarte en el era rutina. Fijaste la vista en un punto lejano. La campanilla sobre la puerta sonó, y con ello pudiste ver lo mejor en tu vida. Una rubia, alta y de estilo único te cautivó. Tenía tambien unos ojos profundos, unos ojos hermosos que te atrapaban. Tocó dos veces sobre la barra de mármol en sobre la que apoyabas tus brazos y Gina salió de inmediato, como si se tratase de una clave entre ellas dos. Sentiste celos por una fracción de segundo.

- Cariño - Le dijo con alegría, pero luego cambió su tono de voz a preocupación por quien sabe que. - ¿Que te pasó mi vida?

- Tranquila Gina. Sabes que es lo mismo dentro de casa o fuera de ella. - Hizo comillas al decir casa. Y en ese momento estabas más preocupada que en ningún otro. ¿Eso pasaba en su casa, o en un lugar ajeno a ella? Tal vez jamás lo sabrías.

- ¿Ocupado? - Dibujó media sonrisa en su rostro con los labios delgados que querías tener entre los tuyos.

- N-n-no, adelante - Tartamudeaste, y te sentiste estúpida.

A cualquier persona que te preguntara de dónde habia salido esa rubia le hubieses contestado que trabajaba en Vogue. Que era una supermodelo o cualquier otra cosa ingeniosa que se te viniera a la mente, incluso por ella misma pasó la idea de decir que era un ángel, o la perfección hecha una mujer común y corriente.

Sabías que eras hermosa, y muy hermosa, pero con ella tu inseguridad subió hasta tu cabeza y de pronto te sentias fea, y minimizada. ¿Porque lo hiciste? Hubieras podido ser comparada con ella de manera digna, pero solo agachaste la cabeza.

- ¿Vienes aquí muy seguido? Jamás te había visto.

- Cada mañana, es la primera cosa que hago. - El temblor en tu interior causado por la rubia habia cesado. Te sentías bien al hablar con ella porque descubriste que era más relajada de lo que parecia. - ¿Que hay de esas marcas en tu rostro?

- Este es un lugar excelente. ¿No lo crees?

Había ignorado tu pregunta, y eso te hizo sentir más preocupada por ella. Tenías ganas de poner tus labios en cada una de sus heridas, y finalizar en su boca. Ansiabas un beso de ella, y te preocupaba verte lujuriosa. No era tu estilo. No con una conocida, mucho menos una extraña.

- ¡Cara! - Un hombre de mediana edad y de barba poblada entró bruscamente por la puerta. Pudiste notar que la rubia se tensó, y frunció las cejas dándole un toque de miedo a su rostro.

- Largo de aquí Trevor - Una vez más te diste cuenta de que Gina y la rubia eran más unidas de lo que pudiste haber creído.

- ¡Tu no eres nadie! ¡Ahora vámonos Cara, si no quieres más de eso! - Con su -enorme- dedo índice, el hombre señaló el contorno de su rostro.

Te pareció cruel. Si era su padre estaba siendo un desalmado, si era alguna clase de viejo rabo verde la situación te provocaba asco. Ella era hermosa, y el, no tanto. Pero no había tiempo para falsas especulaciones.

- ¡Dije largo Trevor! ¿¡Quieres aquí a la policía!?

- Estúpidas.

La mirada de Cara cayó hasta el suelo, sus ojos se llenaron de lágrimas y te pareció atroz lo que ese hombre hacía con ella.

*

- ¡Linda! - Se acercó Ruth, tu mejor amiga. Vio tu pálida piel y tu vista distraída, no pudo evitar preocuparse por ti. - ¿Ha pasado algo?

Dudaste en contarle lo de esta mañana, te sentirías estúpida.

- Donde Gina, un hombre entró amenazando a una rubia. - Por primera vez al pensar en ella omitiste calificativos como: ojos hermosos, magnificanente alta.
Perfecta. Inigualable.

- ¿Que con ello? ¿Te has enamorado una vez mas? - Ruth te sonrió pícara, el color subió a tus mejillas en menos de un segundo.

- No seas asi Ruth - Le dijiste con una sonrisa de oreja a oreja y con la sangre hirviendo en tus mejillas.

- Cierto, olvidaba que eras toda una madre Teresa de Calcuta, pero por ahora, debes ocuparte de ti.

Tenía razón, te habías olvidado de ti, y no a causa del trabajo o de tu carrera, sino por ti misma. Pasabas dias sin comer adecuadamente, una semana, dos y hasta tres.

- No has comido.

- Claro que sí Ruth - Sentías las venas de tu cabeza punzar porque sabias que era mentira, y que Ruth lo sabría.

- Solo deja eso atrás.

(...)

Estabas en la comódidad de tu apartamento con tu mejor amiga, ella seguía enterada de tu "trauma" por tu peso, aún cuando creíste que no. Alguien tocó al timbre, no esperabas a nadie, pero te paraste con emoción a abrir. Y ahí estaba ella. Con su gorro de lana perfecto, cabello perfecto. Estaba perfecta.

- Hola. ¿Interrumpí algo?

- Claro que no. Adelante - Tu voz no temblaba.

¿Como sabía dónde vivias, si nunca le habias dicho tu dirección? O bueno, que tu recordaras no lo habías hecho.

- Cara, ella es Ruth. Ruth, ella es Cara - Estrecharon sus manos, te sonrojó la mirada de tu mejor amiga junto con una sonrisa de lado al descrubirte viendo el trasero de la rubia.

- Será mejor que me vaya. - Tu mejor amiga se atrevía a dejarte sola con ella, con esa chica de piernas largas y de una personalidad y aspecto impecables.

- Nos vemos Ruth. - Le sonrió.

Cuando tu amiga cruzó por la puerta sentiste como tu estómago se ahuecaba. Jamás se te había dado socializar, y ahora había una extraña en tu casa.

- ¿Vamos donde Gina?

- Fuimos hace un rato. Y luego pasó lo de ... - Apuntaste a su rostro

- Si, eso - Volteó sobre su hombro cuando vio alejarte a la cocina.

- Ven acá - La esperabas sentada en el sofá que compartías hace unos minutos con Ruth.

Tímidamente ella se acercó, y te miró a los ojos. Algo que no podias resistir de ella era eso, la seriedad con lo que lo hacía.

Pasaste un algodón por la primer herida en su mentón, la segunda en su labio, la tercera en el pómulo y la cuarta y última sobre la ceja.

- Estás mejor ahora. - Evitaste su mirada.

- Gracias. Sé como podriamos estar mejor.

(...)

***

Nueva novela ¿Really?.-.
Saludos a quienes van a leer, votar y comentar, a los que leerán y no votarán, a los que votarán sin leer.
Tambien a Zamme Vargas, quien se ha olvidado de su princesa :'(
Y a Ana :) que me deja hacerle bullying y me regaña por ebria.

Los quiero :)
Pd: Era broma, no soy ebria xD

Deep Eyes |Cara Delevingne|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora