Jack x lectora | ❝Mi Perla es tu Perla❞
Nada existe por azar, al igual que nada se crea de la nada. Todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió. Debido a que la inmensa cantidad de...
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—¿Tú no sentirías rencor?
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—¿Son de fiar? —volvió a preguntar.
—Creo que me lo debes por no haberte asesinado en esa ocasión —dije separándome de Jack y acercándome a ella.
—Lo tomaría en cuenta si me dices sobre mi hermana —levante una ceja —Necesito años... no para mí, para mi padre.
—Entonces me mentiste con la verdad, ¿No? —menciono Jack y desvié la mirada al mar, me estaba perdiendo.
—Sí.
—Qué buena idea ¿Puedo usar eso? —rodé los ojos.
—Lo harás aunque se niegue —puse mis manos en jarra mirándolo, sonrió y me atrajo a él.
—Por supuesto, me encanta que me conozcas bien amor —sonreí y me solté dándome la vuelta para ver a Angélica.
—Tu hermana... dime la reglas —me apoyé en la baranda.
—Agua de la fuente de la juventud... la lágrima de una sirena vibrante, los cálices de plata de Ponce de León... con estos objetos... se podrán extraer los restos de vida de otra persona.
—¿Qué? —dijimos Jack y yo, este me miro y yo hice una mueca.
—El ritual requiere una víctima —manifesté llevando un dedo a mi boca y morderlo un poco.
—Qué desafortunado —dijo Jack poniéndose a mi lado —Mi interés por la fuente se redujo drásticamente.
—Pero hay un objeto a bordo que si te interesa —dijo Angélica dándose la vuelta empezando a caminar.
Jack y yo intercambiamos miradas y la seguimos.
Me sonrojé cuando pasamos por el camarote donde Jack y yo estuvimos hace unos minutos, él me miro y sonrió pícaramente al ver mi reacción.
Nos adentramos al camarote de Barbanegra y Angélica abrió unas rejas, adentro había un estante.
—¿No nos verá Barbanegra? —pregunto Jack mirando a los lados.
—Está en el cuarto de navegación, tenemos que apresurarnos —abrió el estante dejando ver muchas botellas, Jack y yo nos acercamos curiosos.
