Jack x lectora | ❝Mi Perla es tu Perla❞
Nada existe por azar, al igual que nada se crea de la nada. Todo tiene una causa, y si tiene una causa estaba predestinado a existir desde el momento en que la causa surgió. Debido a que la inmensa cantidad de...
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—Jack, empiezo a creer que no tienes idea de donde estás.
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—¿Quién es ella? —pregunto Héctor, aún confundido, mire a Jack, él tenía el ceño fruncido.
—¿Qué harás? —desvíe la mirada, era un hecho que la mataría, pero quería saber por qué estaba con ellos.
—¿Qué hace con los españoles? —pregunté sin contestarle —Barbanegra también está aquí y-
—Por él —dijo Jack asintiendo un poco —Puede que la haya mandado antes a ella para que tenga asegurado los calis —dijo pensando.
—Por eso no se preocupó mucho de que los dos vallamos —dije recordando como nos dejó ir por ellos —Solo aparentaba sabiéndolo que tenía los cálices asegurados —dije mirando la espada de Héctor, arrugue la nariz, apestaba.
—Pero y si los llevamos, ¿Qué crees que piense? —dijo Jack —Ella se quedaría con ellos y sabría más las intenciones que tienen los españoles.
—O los retrasaría para que su padre cometa su objetivo —termine y nos miramos —No pasará —dije convencida, la mataría ahora.
—¿De qué hablan? —pregunto Héctor confundido.
—Nada —dijo Jack también arrugando la nariz —Tú espada huele muy feo —empezamos avanzar gateando.
—Sí, veneno, de las entrañas de sapos ponzoñosos -contesto y lo miré interesada —Un rasguño y estarás muerto en minutos.
—¿Te molestaría apuntar a otro lado? —pregunto Jack al tener la espada cerca de su rostro —Odio a los sapos.
—A mí me gustaría que echaras de ese veneno a mi espada —nos paramos y nos apoyamos en un tronco —Aún tienes ¿Verdad? —pregunté y él asintió —Perfecto.
Héctor comenzó a mirar a todos lados y Jack lo observó confundido.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto también desviando su mirada a su alrededor.
—Planear la ruta de escape claro, ¿No es lo que tú haces? —sonreí divertida y mire a Jack esperando su respuesta.
—Sí —dijo y negué —O a veces solo... improviso —empezó a caminar.
—Sí, así es Jack —lo seguí.
Nos acercamos agachados a una persona que limpiaba los cálices, yo me escondí detrás de él y Jack y Héctor a sus costados.
Jack se asomó un poco y cogió el calis que estaba a su lado y se volvió a esconder sin que lo note.
El hombre dejó el calis que limpiaba en la mesa del lado donde estaba Héctor, estiro su mano para agarrar el calis que Jack cogió y al ver que no estaba se volteó y ahí Héctor con su bastón arrastro el calis que faltaba.
