No sabías si tener miedo o enojo, todo era confuso para ti, pero como siempre preferiste conservar la calma y analizar la situación.
«Si deciden cazarlo, tendré una oportunidad de guiarlo a un lugar seguro y sacarlo de aquí» pensaba mientras caminaba a un lugar más oscuro para esperar.
—Vamos Nolimak, padre no está, divirtámonos un poco —replicó Selefus muy animado.
—Demos le dé ventaja diecisiete minutos, veamos que tan hábil es —respondió Mandras acomodando sus guantes.
—No lo sé, esto podría enfadar a padre, y sabes como terminara todo —dijo Nolimak de forma pausada.
Tú solo los observabas, no perdías oportunidad de analizarlos, jamás entendí que planeabas hacer ante ellos.
—¿Pero?, —titubeaste —No entiendo como llegué aquí y porque me tienen atado— dijiste en voz baja.
—¿En serio?, —preguntó Throdatsa de forma burlona —eres el primero en dar esa estúpida explicación.
—¡Vamos desátalo, Nolimak! Decía Selefus mientras revisaba las ataduras de sus botas.
«¡Libéralo, Nolimak!» repetía en mi mente una y otra vez, estaba desesperada, te quería solo para mí, tantas lunas, siguiéndote, imaginaba el sabor de tus labios, conocía el aroma de tu piel, quería más.
Nolimak no dejaba de observar el interior de la cámara, sentía qué padre llegaría en cualquier momento y todo sería un desastre, pero sobre todo el castigo sería aún peor.
—Hagan lo que quieran, pero a mí no me metan en sus asuntos —dijo Nolimak mientras se alejaba de la habitación.
Él no iba a permitir que lo involucraran en sus estupideces, sabía que cuando esos tres se juntaban podían ser despiadados, pero sobre todo, siempre terminaban por ser descubiertos por padre.
«¡Esta es mi oportunidad!» pensé entusiasmada, por fin iba a poder tenerte cerca y llevarte seguro a través de las cámaras hasta la salida a Daegu. Me preocupaba la reacción que pudieras tener hacia mí, mi belleza es sobrenatural, aunque a pesar de eso no dejaba de ser un demonio de nieve.
—¿Ahora qué hacen? —se escuchó una cálida voz al fondo de la cámara, era mi hermano Aneris que continuaba su paso a través de la cámara.
—¿Por qué siempre tienen que meterse en problemas con padre, y quién es él? — los cuestionó, acercándose a ti, te observo detenidamente y tú... tú lo miraste fijamente.
—Tuvo la valentía de entrar, le daremos un escarmiento como a los demás, pero este será más divertido — Throdatsa comenzando a reír de manera escandalosa, dejándose caer al suelo.
Aneris, desvió la mirada y continuó su paso fuera de la cámara, pero hizo una pausa en su camino cuando pasó junto a mí, se había percatado de que estaba escondida, escuchando, no dijo nada, solo esbozo una ligera sonrisa y continuó su camino.
Selefus, Mandras y Throdatsa, se acercaron a ti, tenía miedo de lo que te pudieran hacer, decidí salir de mi escondite para así poder defenderte, pero comenzaron a desatarte.
—Bien... ¿Cómo te llamaremos? —preguntó Selefus mientras te desataba las manos y Throdatsa los pies, continuabas observando sin decir nada.
Mandras te había dado una patada en el costado derecho tan fuerte que te tumbo al suelo, estaba tan enojada, pero no podía intervenir, necesitaba que te dejaran ir para poder ayudarte, después curaría tus heridas.
«Estúpido» No podía evitar pensar en el daño que deseaba hacerle a mi hermano por lo que había hecho.
—Bien gatito, corre en medio de la noche, por qué has perdido el juego... pero recuerda, no voltear atrás — dijeron al unísono y comenzaron a reír tan alto que la cámara comenzó a vibrar.
Con dificultad te pusiste de pie, tratando de caminar a prisa, te costaba trabajo respirar, la patada fue tan fuerte que te había sacado el aire.
«Tengo que esperar a que mis hermanos se vayan de la cámara y tú te alejes de aquí» Pensé mientras los observaba.
Caminé detrás de ti, teníamos pocos minutos antes de que el juego diera inicio, tu paso era cada vez más apresurado en busca de la salida, todo el lugar era igual para ti, un acertijo de piedra.
Tocabas las paredes guiándote con ellas, lo único que conseguías era adentrarte más, me sorprendía ver cómo conservabas la calma a pesar de la situación.
—¿Por qué me sigues? —preguntaste molesto sin dejar de correr.
«¿Cómo... como se dio cuenta de mí?» me quedé inmóvil al escuchar tu pregunta.
—Te quiero ayudar a salir, por mi culpa llegaste aquí —respondí confundida.
—¿Cómo supiste que venía detrás de ti? —te pregunté inquieta.
Detuviste tu carrera y volteaste hacia mí, tenía tanto miedo de que me rechazaras o de que tuvieras miedo de mí.
—¿A qué te refieres al decir que por tu culpa estoy aquí? —preguntaste sin dejar de verme a los ojos, te fuiste acercando a mí sin temor.
Retrocedí al ver que te acercabas, tomaste mi muñeca con fuerza, jalándome hacía a ti, estabas tan enojado que tu rostro se había transformado en una figura sin expresión.
—Pues... —no sabía qué responder, deseaba tanto estar contigo, que no quería que supieras que llevo mucho tiempo siguiendo tus pasos, cuidando de ti cada noche desde la oscuridad.
Soltaste bruscamente mi muñeca y te alejaste de mí, desviando a un lado la mirada, me odiabas, lo podía sentir, estabas tan enojada que la piel pálida de tu rostro se había tornado roja y tus ojos habían perdido su brillo.
—Deja de seguirme —gritaste a la lejanía.
«Me odia» no quería que me odiaras, sin importar tu mandato, continúe la carrera de tras tuyo, pero estaba detrás de ti, no en la oscuridad, ahora justo detrás de ti, nada ni nadie te haría daño, no me importaba que fueran mis hermanos.
—¡Espera! —te grité para que te detuvieras.
—Déjame tranquilo, necesito salir de aquí —dijiste con voz fría, nada que ver con la voz calidad con la que te presentaste esa noche en el concurso.
Te volviste a detener, pero esta vez caminaste, hacía a mí haciendo que caminará hacia atrás y desviara la mirada.
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¡Demonio de la guarda, cuídame en la oscuridad! ©
FantasyLee YoonGi un artista clandestino dedicado a la música, desde muy joven su vida ha sido complicada, pero siempre logra vencer la adversidad. Winter la séptima hija de Legnas uno de los generales que custodia las puertas del Intheryumleab, junto con...