Parte 6

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—Quédate en la cama, yo dormiré en el suelo —dijiste, tomando la cobija doblada que estaba sobre la cama, dejándote caer al suelo. Te veías tan cansado, que rápidamente te quedaste dormido, te observe dormir hasta que comenzó aparecer el amanecer, las luces rojas y naranjas en el cielo anunciaban que pronto teníamos que continuar nuestro camino, no podías permanecer mucho tiempo en un solo lugar.

«Tan cerca y tan lejos a la vez» pensé mientras veía el subir y bajar de tu pecho «Contrólate Winter, ve hacia otro lado» mientras me di dos golpes a cabeza.

—¿A caso no duermes? —dijiste con voz adormilada mientras tallabas tus ojos para poder despertar.

—Hacía tanto tiempo que no dormía así, incluso olvide que cinco daimones me persiguen — comenzaste a reír ruidosamente.

—Bueno... sí, pero ellos no saben donde nos encontramos, tuvimos suerte de que Aneris no quisiera jugar con ellos, él es el mejor rastreador que hay en la séptima puerta. Padre siempre lo envía primero cuando necesita encontrar rápidamente algún terrenal que infringió las leyes acercándose más de la cuenta —dije mientras corría las cobijas para levantarme.

—¿Estás diciendo que tu hermano es una especie de sabueso del averno? —preguntaste con preocupación.

—No, en el Intheryumleab no hay sabuesos. Solo tenemos una especie de lobos, cada puerta tiene una jauría de ellos —dije tratando de quitar esa preocupación.

—Bueno, ahora estoy más tranquilo, tu hermano no me está rastreando, pero probablemente pronto una jauría de lobos comience a perseguirme —dijiste llevándote las manos a la cara.

«¿Le tendrá miedo a los perros?» pensé mientras veía a la calle por la ventana.

Decidimos salir a buscar algo para comer y dar una vuelta por Seúl, al final mis hermanos seguían buscándonos en Daegu, no sentía su energía, así que podríamos pasar un tiempo tranquilos sin preocuparnos por ellos.

Caminamos un largo tiempo, las calles eran hermosas, muy diferentes a Daegu, las personas caminaban muy rápido sin saludar o hablar entre ellas, el ritmo de vida en Seúl siempre era más apresurado que en las demás ciudades.

«Me encanta su ropa, se ven tan altas y estilizadas» pensé mientras veía la pasarela que se formaba en la calle.

—Vamos date prisa, tengo hambre —volviste a tomar mi mano haciendo que caminara a prisa.

Pediste indicaciones para llegar al mercado de comida Gwangjang, que se encontraba en pleno centro de Seúl, llegamos a un festival de aromas y colores, toda la comida se veía deliciosa, no sabía por qué decidirme, pero claro, tú lo hiciste por mí.

—¡Tteokbokki! — Exclamaste emocionado, llevándome a empujones hasta el puesto.

—¿Habías comido Tteokbokki? —preguntaste con una gran sonrisa, pero mi respuesta te decepciono.

—No, jamás lo he comido —te respondí mirando hacia otro lado, la señora del puesto se me quedó viendo extrañada, frunciendo el ceño y viéndome de arriba abajo «No pensé que fuera tan importante comer todo» pensé mientras cruzaba los brazos en forma de protesta.

Empezaste a reír por la escena entre la señora y yo, aun así la saludaste cortésmente inclinando la cabeza.

—Por favor queremos dos platos grandes de Tteokbokki picante —pediste nuestro almuerzo con la misma alegría que un niño pediría un dulce.

La señora comenzó a poner los acompañamientos en la mesita, kimchi, namul las verduras salteadas en aceite de ajonjolí se veían tan ricas, también sirvió buchimgae pequeñas tortitas capeadas con harina, huevo y arroz al vapor. Todo olía tan bien que no podía esperar para probar el tteokbokki acompañado de todas estas delicias.

Inclinamos nuevamente la cabeza para agradecer a la señora por tan magnífico festín, tal vez no lo era, pero para mí era una novedad, tantos sabores y emociones nuevas hacían que mi corazón latiera rápido, todo era maravilloso.

Note que la señora me veía intrigada, esperando que llevará el primer bocado a la boca. Y así lo hice, el sabor de la comida era indescriptible, era lo más rico que había comida, incluso que el pollo frito, no pude evitar sonreír después de probar la primera porción de tteokbokki.

La señora sonrió y comenzó aplaudir con mucha alegría, nos dijo que las bebidas eran sin cargo y nos acercó un par más.

Comenzaste a poner acompañamientos en mi plato, incluso me diste en la boca tteokbokki y kimchi con tus palillos, era algo raro para mí, pero a la vez me gustaba que lo hicieras. En ese momento no sabía su significado.

«¿Creerá que no sé usar los palillos?» pensaba mientras veía cómo serbias más comida en mi plato.

—Está rico, ¿verdad? —preguntaste muy emocionado.

—Sí, está muy rico, gracias por traerme —te respondí con una sonrisa y volteé a ver mi plato.

Terminamos de comer y agradecimos a la señora por la rica comida y continuamos caminando a través de los puestos de comida, había tanto que ver y comer que no sabía hacia donde voltear.

—Tienes que probar un Pungo ppang —dijiste al mismo tiempo de que me llevabas entra la gente para encontrar uno de los puestos más concurridos que se encontraba casi al final del mercado.

Del puesto salían adultos y niños con pasteles recién hechos en forma de pez rellenos de frijoles rojos, de ellos emanaba un olor dulzón que era maravilloso, estuvimos formados un largo rato, pero la espera valió la pena, no solo su aroma era rico, su sabor también.

Mientras comíamos el pastel, decidiste entretenerte en roscando mi cabello en tu dedo y viendo su color.

—Es azul —dijiste mientras lo ponías al sol, repentinamente lo soltaste y volteaste a verme con una sonrisa cómplice y un brillo en la mirada.

«¿Tendrá hambre otra vez? Pero acabamos de almorzar, este hombre no le ve fin a la comida» pensé mientras veía como quedaba el mercado de comida atrás y volvía a verte con asombro

—Que dices, ¿seguimos conociendo Seúl? —preguntaste mientras comías el último pedazo de Pungo ppang.

—¡Claro! —Te respondí con emoción, pero jamás imaginé lo que estaba por venir. 

¡Demonio de la guarda, cuídame en la oscuridad! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora