Parte 9

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«¿Ahora qué le digo?» pensé abrumada, me hice a un lado para continuar mi camino, el silencio entre los dos se estaba volviendo incómodo, decidí detener me para intentar responder tus dudas, pero continuaste caminando, te notabas bastante molesto como para querer hablar, camine detrás de ti; trataba de alcanzarte aunque tu paso era rápido no podía evitar contemplar tu espalda. Jamás me había pasado algo así, quería correr y refugiarme en tus brazos.

«Vamos Winter, eres un daimon no seas cobarde» pensé sacudiendo la cabeza para despabilarme, no era momento de flaquear con sentimientos terrenales. Estamos en peligro, no sé si la haremika nos detectó.

—¡Oye! —grité con todas mis fuerzas para que te detuvieras —¿Qué te pasa, acaso quieres morir? —gritaste muy molesto y seguiste caminando, nunca había conocido a un terrenal tan testarudo y aferrado en conseguir lo que deseaba.

Comencé a caminar a tu paso, pensaba en las palabras correctas que debía usar con el tema de las haremikas, «Felicidades, Winter esto te mereces por poner los ojos donde no debes» me volví a quedar parada, observando que por ningún motivo te ibas a detener hasta conseguir que te hablara sobre ellas. Corrí para darte alcance, caminabas tan rápido que no sabía si sentías que alguien te perseguía o tu andar era así, eras tan frustrante.

—YoonGi, necesitamos buscar un refugio donde quedarnos, ahí te diré todo lo que debes saber de las haremikas —dije de forma tranquila, al mismo tiempo que estiraba los brazos, —Tengo hambre, primero busquemos algo de desayunar —dijiste con el ceño fruncido y continuaste caminando. No entendía por qué actuabas así, quise responder a todas tus preguntas, pero no era fácil y las circunstancias no ayudaron para tener una larga plática sobre mi lugar de creación y mis creadores.

«Lo voy a congelar para que lo disfrute la haremika como helado» para ese punto ya estaba muy enojada, así que había decidido acelerar el paso para pasarte y no tener que estar distraída contigo. Caminamos entre las calles de Seúl buscando algo que comer, a la distancia observe un Emart24 era perfecto para conseguir comida rápida y buscar un pequeño hotel donde descansar la noche fue muy desgastante y él se veía cansado, al final no dejaba de ser un terrenal.

Entramos a la tienda, era tanta comida que no sabía que elegir, todo esto también era nuevo para mí, caminaba entre los pasillos mientras tú tomabas los paquetes de los anaqueles, algunos los metías a calentar y otros los traías en las manos, sacaste del frigorífico un par de botes de leche de plátano o por lo menos eso decía el envase. Me senté en una de las sillas para esperar, continuaba viendo como elegías el desayuno, después de sacar los del horno te dirigiste a la caja para pagar las cosas que llevabas; al llegar a le sonreíste a la cajera y esta se sonrojó no pude evitar pararme de un brinco y dirigirme a prisa a donde estabas.

—¿Qué compraste?, —pregunte sin quitarle la mira de encima a la chica que en segundos ese color rojizo de sus mejillas se tornó pálido. —Compre algo de tteokbokki, recuerdo que te había gustado, también llevó samgak kimbap, dosirak y leche de plátano —respondiste sorprendido, solo me observas, en silencio pagaste y me hiciste señas para que nos fuéramos de la tienda. —¿Me puedes decir que fue eso? —me preguntaste de forma seria y sin voltear a verme, —¿Qué? —solo me acerque a observar que habías comprado, —¡Seguro! —dijiste con una risita burlona, tomaste mi mano para acercarme a ti, camine a tu lado durante todo el camino en busca del lugar para pasar la noche.

¡Demonio de la guarda, cuídame en la oscuridad! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora