Parte 4

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«¿Qué pasa por qué me observa así?» desvíe la mirada, no sabía qué hacer ante esa mirada, volviste a tomar mi mano, pero esta vez comenzaste a correr jalándome detrás de ti.

—No sé cómo llegaste aquí, ni a que te refieras, pero tenemos que escapar de esos dementes —dijiste mientras corríamos buscando la salida.

«¿A caso no me tiene miedo?» pensaba mientras corría a tu lado —¡Diablos! —con desesperación observabas los caminos.

—Por favor, tranquilízate, vamos a encontrar la salida —toque tu hombro para tratar de tranquilizarte, pero lo único que obtuve fue que te alejaras de mí.

—¿Cómo vamos a salir de aquí?, Solo damos vueltas y el tiempo se está agotando —frotabas tu cara, tratando de calmarte.

—¡Solo eran diecisiete minutos de ventaja! —repentinamente el piso comenzó a temblar, la cacería había dado comienzo, conforme mis hermanos se iban acercando el temblor, se hacía más fuerte, debía hacer algo.

—Lo siento, todo esto es mi culpa, lo voy a solucionar —me di vuelta hacia el lugar donde provenían los movimientos.

—Domanaminsarama —levanté las manos y comencé a crear una pared de hielo, eso nos daría más tiempo.

Me observaste impávido, no me tenías miedo o solo creías que era un mal sueño.

—¡Winter! —se escuchó la voz de Throdatsa a la lejanía.

Al escucharlo me tomaste del brazo, volviéndome acercar a ti.

—No sé que eres y porque me ayudas, pero al parecer también tendrás muchos problemas si no salimos de aquí —tu voz había cambiado a caso te estabas preocupando por mí.

—Soy Winter —dije en voz baja

—No me importa, solo continúa corriendo o mejor dime cómo salimos de aquí —tus palabras fueron tan frías.

Continúe corriendo en silencio sin soltar tu mano, sabía que solo lo hacías para poder sobrevivir la cacería era tu boleto de salida, después de ayudarte a salir no volvería a verte.

«Espera, necesitamos distraerlos y solo tenemos una oportunidad» pensé mientras observaba el camino, bruscamente me solté de tu mano y detuve mi carrera, también te detuviste.

—¿Por qué te detienes?, debemos continuar —estabas sorprendido, pero tu rostro había vuelto a ser sereno y amable.

—Bueno —dije con voz baja —Como entramos por el camino de Daegu mis hermanos, —¿Tus hermanos? No puedes ser —me interrumpiste sorprendido llevando nuevamente las manos la cabeza.

—No me interrumpas, quieres salir de aquí, ¿no? —te reproché.

Te quedaste callado, volteando a ver hacia otro lado.

—Te escucho —dijiste de mala gana.

—Ellos comenzarán buscando ahí, debemos salir por un lugar lejano, Seúl es un buen lugar para escondernos, sígueme —comencé a caminar por el camino del lado izquierdo para que creyeran que habíamos salido por la entrada de Daegu, iba congelando entradas y caminos para desviarlos de nuestro camino, no decías nada solo seguías caminando detrás de mí, sin quitarme a la vista de encima, hasta que rompiste el silencio.

—¿Estás segura de saber a dónde vamos? —sonreíste mientras te acercabas a mí.

«Ya no me simpatizas tanto, debería dejarte aquí» pensé mientras retomaba el camino.

—Se ha donde vamos, confía en mí —continué caminando.

—Casi llegamos, tenemos que darnos prisa, pronto oscurecerá en Seúl y necesitamos ocultarnos— comencé a subir la pendiente para llegar a la salida que se encontraba junto al río Han.

—¿Habías visitado Seúl? —estaba interesada por saber más de ti.

—No, es la primera vez que salgo de Daegu —te encogiste de hombros y continuaste caminando.

—Saldremos a la orilla del río, dame la mano, necesitamos hacerlo rápido, los terrenales no deben vernos, eso haría que tuviéramos más problemas con mi padre — tomé tu mano para salir.

—¿Tu padre?, no saldré vivo de esta —te dejaste caer al suelo y tu rostro volvió a ser pálido y serio.

—Confía en mí, estaremos bien —tomé tu mano para salir rápidamente al exterior.

Cuando menos te diste cuenta, estábamos caminando a la orilla del río Han como cualquier pareja, la tarde había comenzado a caer y el agua del río poco a poco comenzaba a pintarse de dorado. Me jalaste para que contempláramos el paisaje, tus ojos brillaban, estabas maravillado por la belleza de Seúl.

—Seúl y sin boleto de avión —comenzaste a reír mientras me observabas.

—Tengo hambre —dije como si fuera una niña pequeña. Volviste a reír, eso me hacía tan feliz.

—No tengo dinero, el premio lo perdí en alguna parte de tu casa —volviste a reír.

—No te preocupes, lo puedo crear es fácil, ¿cuánto dinero necesitamos para comida y refugio? —pregunté con inocencia, no sabía de gastos, en el Intheryumleab tenemos lo que necesitemos.

—¿Lo puedes crear? Y yo trabajando —te dejaste caer al suelo y comenzaste a reír con la cara tapada por el gorro de tu sudadera.

—Con 20,000 wones podríamos cenar en un puesto callejero —buscabas un lugar cercano para poder cenar tranquilos.

¡Demonio de la guarda, cuídame en la oscuridad! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora