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Nada mas despertar de la operación, Michael buscó con la mirada a su donante pero al final se dió cuenta de que ya le habían llevado a su cuarto sin tener oportunidad de verlo o verla.

Eso le desanimó bastante, claro, si podía estar mas desanimado. Se revolvió en la camilla y llevó su mirada a la ventana para poder ver que era de noche. Que mal tiempo para despertarse.

John no estaba ahí con él, por lo que podía irse a explorar el hospital libremente. Pero tenía otro problema, este eran sus piernas...

Ya no estaban escayoladas pero si envueltas en vendas. No podía ver ni un trozo de piel de sus piernas. Estaban vendadas de arriba a abajo. Ni siquiera sabía si podía ponerse en pie.

¿Porqué no intentarlo?

Se sentó y puso los pies en el suelo, después contó hasta tres en su mente y se puso de pie de golpe. Al ver que seguía de pie y no en el suelo siguió andando por la habitación. Para Michael era inevitable cojear en ese momento pero por lo menos podía andar.

Musculó unos minutos más sus piernas y se dirigió a la puerta que por cierto estaba entreabierta.

Se asomó y se aseguró de que no había nadie haciendo guardia por ese pasillo. Por suerte no había nadie por lo que decidió ir sigilosamente por el pasillo.

Era divertido buscar salas secretas y encontrar herramientas que no sabía ni para que eran. Algunas veces iba a las habitaciones de niños pequeños y mientras estos dormían les robaba sus galletas.

En ese hospital solo le daban dulces a los niños pequeños pero lo que Michael no sabía era que esos dulces los utilizaban para dormirlos.

Normalmente con media galleta servía para dormir a un niño y Mike llevaba como unas 6 galletas o mas. Una galleta mas y lograría desmayarse.

Y adivinen donde estaba Michael ahora?
Robado la última galleta para él.

Estaba en la habitación de un niño que estaba dormido, era perfecto hasta que sin querer Mike pisó una especie de muñeca gritona.

"Yo también te quiero"

Esa fue la frase que dijo la muñeca al ser aplastada. Dijo eso con una irritante voz aguda.

Michael se quedó inmóvil con los ojos bien abiertos y enfocados en el niño que se dió la vuelta con los ojos abiertos. Nada mas ver que el niño estaba mirándole, se tiró encima de él y le tapó la boca.

El niño se asustó tanto que empezó a llorar.
Eso a nuestro protagonista le recordaba al llorón de su hermano pequeño...
Lo odiaba pero que no daría por volver a verle.

-Escuchame pequeño maricon, si se te ocurre gritar te romperé esta pequeña naricita tuya.- Susurró Michael mientras acariciaba la nariz del niño.

El menor solo asintió rápidamente mientras ponía las manos encima de las de Michael.
Este lentamente soltó al niño y se alejó.
Nada mas darse la vuelta escuchó un chillido que podía haberse escuchado por todo hospital.

Se giró y se tiró otra vez encima del niño, esta vez puso las manos en su pequeño cuello y empezó a estrangularlo.

-Te dije que te rompería la nariz.- Dijo mientras levantaba el puño. El niño cerró los ojos con fuerza y tapó su nariz con sus pequeñas manos.

Mike escuchó pasos rápidos venir hacía ahí por lo que salió corriendo de la habitación sin poder agarrar la galleta que tanto deseaba.

Ahora que se daba cuenta, desde que empezó a robar las galletas se empezó a sentir lento y sin fuerzas y ahora eso estaba empeorando...

Un Infierno Sin Fin (William x Michael)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora