46 - Paliza [Parte 1]

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Los días siguientes, simplemente, pasaron. El dolor residual se aminoró hasta que solo quedó el recuerdo, que a veces aparecía en forma de un sueño en el que Ariel podía ganarle a Martha, y otras veces como una pesadilla en la que todo terminaba mucho peor. Y las cosas en la escuela no ayudaban pues, las miradas por los pasillos, los cuchicheos y risas que podía oír a sus espaldas, incluso empujones y choques que algunas alumnas justificaban como simples accidentes, eran el pan de cada día. Un acoso ligero y bastante bien enmascarado para evitar problemas con las profesoras. Cada mañana cuando caminaba hasta el salón de clase, durante el recreo y a la hora de salida, una pregunta se formaba en su mente: ¿Por qué?

¿Por qué si antes pasaba desapercibida, ahora se sentía bajo los reflectores? ¿por qué era necesario remarcar la diferencia entre ella y las demás alumnas y de una manera tan cruel? ¿Por qué?

Daba igual que tuviera amigas que la pudieran defender de vez en cuando. Daba igual que, ajenos a los casos de Martha Alzama y Romina Rondón, lo que pasaba no era grave, porque lo que dolía era que eso le estaba pasando solo por algo que no tenía relevancia alguna y que no era una elección que haya tomado.

Desde el lunes que no veía a Martha Alzama. Si bien era cierto, ella iba a otra clase, y Ariel salía lo justo y necesario del aula, se había preguntado por qué una de las abusonas más problemáticas de la escuela no estaría buscando pleito por el patio, o hubiera rondado el salón de Ariel. Pensó que se debía a las advertencias de la profesora Martí y, en parte, le aliviaba sin importar que fuese por esa razón o no.

Entonces, el día martes tuvo que preguntar a Aisha si había visto a Martha Alzama. Aisha y Erin, ambas muy sonrientes, sacaron a su amiga del aula y se dispusieron a dar un paseo por los pasillos. Ariel se sentía un poco nerviosa y molesta con sus amigas, dudaba cada vez que pasaba cerca de cualquier alumna y eso le impedía notar las sonrisas tontas que tenían Erin y Aisha.

—Ari —Dijo Erin, con un tono jubiloso —. ¿no es maravilloso?

—¿Eh?

—Al parecer, se enteraron de que peleaste con Martha Alzama... —empezó a explicar Aisha

—Sí, y la palabra clave es pelea — interrumpió Erin —. Si los rumores fueran de que nos dio una paliza, no pasaría nada, sería normal, pero están diciendo de que peleaste con ella...

—Pero si nos dio una paliza.

—Shhh... eso no importa, el detalle es que casi nadie se atreve a hacerle frente a la gorila.

—¿Y quién comenzó esos rumores?

—Bueno, Erin fue muy astuta. La Gorila ha faltado ayer y hoy, y como tú andas malita...

Ariel giró la cabeza y miró a un par de chicas que pasaban, mirando al trio de amigas. Pudo ver el segundo exacto en el que el cuerpo a ambas alumnas se tensó, dejaron de mirarlas y apresuraron el paso para alejarse lo más pronto posible.

Poco antes del final de la hora de descanso, Ariel, Aisha y Erin volvieron al salón, que estaba más lleno que cuando se fueron.

—Weltmeer — se acercó Carmen Salazar —. Me acabo de enterar, ¿de verdad peleaste con la Gorila Alzama y estuviste a punto de ganar?

Ariel no pudo ni abrir la boca porque Erin dio un pequeño saltito hacia adelante.

—Shhh... —Erin se llevó el dedo índice a los labios —Realmente no es algo que queramos ir divulgando. Sabes lo peligroso que es que se enteren que Ariel está aprendiendo a pelear con su abuela.

Ariel se tensó un poco peor no pudo evitar ver la cara de su amiga, sus ojos parecían haberse iluminado cuando se giró verla.

—No lo sabía, pero me alegra que le dieras una lección a Alzama.

Crónicas de una AfroditeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora