24 - Weltmeer

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Ariel estuvo casi todo el día en el salón de clases, solo salió durante el receso para comprar una botella de agua pero, por primera vez en varias semanas, prefirió beber gaseosa. No lo pensó mucho, simplemente vio la botella en el aparador y su cuerpo le pidió algo dulce. Con la botella en la mano, volvió al salón. En su camino de regreso, se le pasó por la cabeza pasar a hablar con Cecilia Adler pero ni siquiera se detuvo un momento para meditar la situación. Ni hablar de la idea de hablar con Úrsula Neyra, en ese momento no se sentía de humor para aguantar el apoyo moral o la lección sobre la variedad de mujeres que hay en toda Celenia. Una vez en el salón, en su pupitre, un poco frío por el tiempo que había estado ausente, se quedó ahí. De vez en cuando abría la botella y daba sorbos tan pequeños que apenas se podía ver una diferencia entre un antes y un después.

Como todos los recesos, el salón olvidaba su silenciosa naturaleza para ser un nido de grillos. Grillos que reían, se copiaba las tareas de las clases siguientes, discutían sobre cuál de las integrantes del grupo pop de moda Virtual Girls era la más atractiva o jugando a verdad o reto, donde nadie pedía reto, ya que el año pasado habían suspendido a una chica de otra sección, según contaban las malas lenguas, porque había aceptado el reto de bajarse la ropa interior hasta por debajo de la línea de la falda mientras bailaba, pero fue pillada por una profesora, y llevada a dirección.

Aisha se le acercó a Ariel, su sola mirada reflejaba preocupación y la forzada sonrisa que esbozaba hacía que su rostro diera un poco de miedo.

—Hola, Ari, ¿cómo sigues?

—Pues, incómoda —Ariel se inclinó un poco hacia adelante y bajó la voz para que solo su amiga la pueda escuchar —. Ya no sé si debo relajarme porque ha terminado o si debo preocuparme por lo que puede venir después.

—No creo que debieras ponerte con esas. He escuchado que Romina estuvo hablando de lo importante que era su mamá porque había estado en el ejército pero como tu abuela la puso en su sitio de una bofetada, pues...

Ariel la miró con los ojos muy abiertos. Ya se imaginaba que algo así habría pasado pero le hubiera gustado que no.

—Sí, no me mires con esos ojazos. Por eso no te digo que no te preocupes, las chicas piensan que es mejor no meterse contigo, ya no solo porque suspendieron a Romina y se puso en ridículo por andas pavoneándose de que su mamá era la mejor del barrio, sino porque algunas de las chicas van a entrar al servicio militar y tienen miedo de que tu abuela las entrene.

—Pero mi abuela está retirada.

—Da igual, si tu abuela tiene contactos es suficiente —Aisha empezó a susurrar —. ¿Sabías que Paola Quintana va a enrolarse?

—No, me estás vacilando —Ariel no pudo evitar soltar una risita.

—Para nada, lo dijo hace un rato, cuando no estabas. De hecho, no sé cómo no escuchaste las risas desde afuera.

—Se va a morir ahí dentro, ya de por sí sufre en clase de gimnasia. ¿Qué le habrá picado para querer entrar al ejército?

—No sé, eso no lo dijo. Y hablando de decir, ¿te decides a ir conmigo a las clases privadas?

—Pues no he podido estudiar cómo se debe por culpa de todo esto y pasado mañana empiezan los exámenes.

—Vale, porque sería mañana, saliendo de clases. Te da tiempo para ir a casa y cambiarte de ropa. Es preferible que no te vean con el uniforme escolar, y si puedes, lleva otro bolso.

A Ariel le pareció demasiadas precauciones pero no hizo otra cosa que asentir mientras oía a su amiga. Después de eso, intentaron seguir la conversación pero no era un buen momento, además, solo quedaban dos días para que empezaran los exámenes. El timbre del final del receso sonó de pronto, e hizo que ambas amigas se sobresaltaran.

Crónicas de una AfroditeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora