Capítulo 5: Cercanía

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¿Mgh? —abrió sus ojos al haber estirado su brazo y no sentir al otro chico. Se incorporó, viendo todas las luces apagadas.

Se levantó, revisó la hora en su celular, notando que ya eran las cinco de la tarde. Salió de su habitación, mirando en la cocina al peliverde comiendo. Sus miradas se encontraron, Vegeta sólo atinó a reír algo enternecido de ver a aquel chico con sus mejillas infladas por tener comida en su boca.

—Supongo que sí te gustó mucho—el chico asintió, metiendo otro bocado para degustarlo.

—Calenté un poco solamente. ¿Quieres que caliente más para ti?

—No te molestes, yo lo hago—se acercó a la estufa, para recalentar lo que había preparado esa mañana—. Se siente más tranquilo que antes de la siesta. Creo que pudo relajarse por fin—terminó de calentar aquello y se sentó frente a él, para comer también.

—Me cayó demasiado bien la comida. Una vez más te agradezco.

—No es nada—sonrió al verlo estirándose un poco en su lugar, lucía con un poco más de energía.

—En estos momentos me vendría excelente un helado—se levantó, dando un par de pasos con dificultad para llegar al fregadero y lavar los trastes que usó.

—¿Quieres ir por uno? —el de ojos claros lo miró—. Es temprano todavía.

—¿Quieres ir al centro sólo por un helado?

—¿Por qué no? —se puso de pie, para ir a lavar su plato. El peliverde se veía dudoso—. Anda, vamos.

—Bah, la verdad sí quiero—con cuidado y a saltitos fue a su habitación.

El Saiyan terminó de limpiar la mesa, guardó sus llaves y cartera y esperó pacientemente al otro. Granola salió vestido con un pantalón algo holgado de color verde oscuro, y una playera negra. Se acercó para ayudarlo a caminar, ya que, aunque se había colocado aquellas zapatillas deportivas, era evidente que no podría apoyarse bien.

—¿Helado de galleta? —preguntó, yendo ambos ya en el elevador.

—Es mi favorito—el Saiyan se sorprendió al sentir que el más alto apoyaba su cabeza contra él. Habían optado por que el peliverde pasara su brazo por encima de los hombros del Saiyan y que el más bajo lo sostuviera de la cintura, por lo que esa posición facilitaba la reciente acción del de ojos claros.

—Claro, lo pediré—subieron a su auto y condujo hacia donde estaba el local donde había comprado hace un par de semanas.

—¿Las frituras del suelo son por Goku? —el Saiyan volteó a ver el tapete, aprovechando que frenó en un semáforo.

—Le he dicho mil veces que tenga cuidado al comer dentro—el más alto rio bajito.

—Tengo una aspiradora pequeña en casa. Te la puedo prestar.

—Sí, después... Lo voy a poner a hacerlo a él—giró al llegar al lugar y pidió los helados en el autoservicio.

Al terminar de comprar siguió avanzando, tratando de encontrar algún lugar dónde aparcarse y ambos comer. Sin embargo, no había un estacionamiento libre en algún espacio.

—Es delicioso este helado—volteó al oírlo hablar.

—¿En serio? —el otro asintió y llenó la cuchara para llevarle a la boca al Saiyan, quien seguía con sus manos en el volante—. Sí es muy bueno.

—Sí... ¿Ves aquella casa? Sólo la había visto cuando venía en el autobús—el más bajo volteó hacia donde el chico señalaba—. Escuché hablar de ella. La compañía hotelera V. S. la había diseñado, y que era "una revolución en la arquitectura", o algo así... Se ve linda su fachada.

AntipatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora