Capítulo 6: Reencuentro

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¿Estará bien si me voy? —se preguntó una vez más, empuñando entre ambas manos el volante. Miró hacia el frente, observando la pared blanca que tenía un número pintado, correspondiente a su espacio de estacionamiento—. ¡Bah!, entre más lo piense, más dudaré.

Tomó las llaves y encendió el auto. Lo colocó en marcha, poniendo música a los pocos minutos, tratando de ahogar esos pensamientos donde pudieran verse involucrados la simple imagen o existencia del peliverde.

¿Por qué no podía sacárselo de la cabeza? No era únicamente el hecho de que Granola era atractivo físicamente, sino también que era bastante amable y agradable. Y su aroma... ese peculiar toque dulce y azucarado que le brindaba una calma tan sólo lo percibía.

Sacudió su cabeza y, aprovechando el semáforo, abrió un sobrecito plástico que tenía un aromatizante, el cual colgó en el espejo retrovisor del auto. Un olor a menta, que sintió bastante asqueroso. ¡¿Y cómo no?! Si era un olor bastante fuerte (y, claro, era muy distinto al más perfecto aroma a manzana del peliverde).

Diablos, en serio pienso mucho en él...—soltó un suspiro y trató de ignorarlo, continuando su largo trayecto enfocándose únicamente en el camino.

***

—¡Vegeta! —saludó el adolescente tras abrir la puerta, acercándose a darle un pequeño abrazo—. Creí que bromeabas cuando dijiste que vendrías... ¿Y Goku?

—Vine solo—mencionó, tomando la maleta y adentrándose a la casa—. ¿Y mamá?

—Salió, fue a hacer compras—llegaron a la sala y tomaron asiento—. Es raro que quisieras venir, siempre traes a Goku y sólo pasas un par de noches aquí.

—Necesitaba un tiempo a solas...—revolvió su cabello un poco.

—¿Estás bien? Te noto muy distraído.

—Sí, es sólo... Es sólo que conduje demasiado, ando algo aturdido—se levantó del sofá y tomó su maleta—. Tomaré una ducha y luego una siesta.

—Claro, Vegeta...—se puso de pie, tratando de ayudarlo con su maleta—. Si necesitas algo me dices.

—Ajá...—entró a aquella que era su habitación durante su infancia y pubertad, sintiéndola bastante chica y vacía. Cerró con seguro y se tiró en la cama, mirando al techo.

Ese lugar era tan extraño. Paredes decoradas en tonos claros, su librero, un ropero, entre otras cosas que disfrutaba en su infancia. Pero ese orden le parecía tan raro, como si estuviera tan acostumbrado a su departamento con ropa en el suelo y galletas olvidadas en los muebles a causa del Son. Desde su vivencia con el menor, estar en ese hogar, pese a que era más colorido, le parecía tan triste.

Recordó sin querer su conversación con Granola. ¿En serio se sentía tan incómodo en su hogar por la manera en que se originó? Si bien no fue algo que supiera en su niñez, cuando lo supo fue un impacto grande en su perspectiva de todo. Principalmente en sus propias decisiones.

¿Se perdonaría si hubiera cometido los mismos pasos? De sólo imaginar haber accedido cuando Granola estaba en su celo, sentía que su pecho se comprimía. Podría haberlo dañado física o emocionalmente, pudo haber sido esa ficha de dominó que caía para derribar todo a su paso. Pudo haber concretado en él ese acto que intentó hacer el hombre que destruyó su familia.

Tal vez si me doy tiempo, despejaré mi mente. Todavía es posible que haya confundido todo sólo por la exposición prolongada... —soltó un suspiro, y se colocó de lado, viendo el muro. Soltó una risita al notar un dibujo con crayones que hizo Goku en la pared cuando ambos estaban en preparatoria.

AntipatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora