Epílogo

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—Vegeta Saiyan...—mencionó el moderador, por lo que el joven caminó hasta el foro, donde estaban maestros principales de su facultad, varios que le dieron clase, y comenzó a dar la mano a cada uno, hasta que uno de ellos le entregó un fólder donde estaba una constancia de graduación. Volteó hacia donde estaba el fotógrafo mientras le daba la mano al maestro, y finalmente bajó por el otro lado, para volver a su asiento.

Se quitó el birrete sólo un poco para alborotar su cabello, y volvió a colocárselo, mirando cómo el hombre del pódium seguía nombrando alumnos recién graduados para que recogieran su papelería. Soltó aire, y discretamente sacó su celular.

Miró el "Tu madre y yo volveremos la próxima semana, hijo. Perdona por no estar ahí, pero ten por seguro de que estamos muy orgullosos de ti" que envió su padre esa mañana, dándole a entender que, a pesar de no estar presencialmente, daban todo su apoyo moral.

Miró más arriba el que envió él a Kakarotto, donde le deseaba suerte en su trámite de documentos finales por su egreso. Esto porque el Son no podría asistir a su graduación por ese compromiso, que era el último debido a que, una semana antes, el menor ya había tenido su ceremonia con sus compañeros en Organización Deportiva (en la cual, obviamente, estuvo presente en compañía de la familia de Goku).

Finalmente dio un vistazo rápido al mensaje de su novio. Un "trataré de terminar mi examen rápido para ir contigo", que había sido enviado minutos antes de que el chico iniciara su prueba. Y esto porque Granola, tras su cambio de escuela y que no había revalidado todas sus materias, todavía tenía el actual y un año más de clases para poder terminar su carrera.

Y, como era lógico, el semestre general apenas acababa y el chico estaba en sus exámenes finales. Contrario a él, el Saiyan al haber cursado el semestre final de su carrera, éste terminó mucho antes que el resto, por lo que sólo se había preocupado esos días por los trámites para su graduación.

Sonrió al ver su fondo de pantalla: una imagen del chico peliverde distraído, que le tomó un día que lo acompañó al museo de ciencias naturales. Granola seguramente no tenía idea de la existencia de esa fotografía, pero la atesoraba bastante por poder tener una imagen tan genuina de la maravilles que mostraba cuando algo le gustaba, donde se le sonrosaban las mejillas y se le entrecerraban los ojos cuando sonreía.

Apagó la pantalla de su celular para seguir mirando al siguiente grupo de alumnos que pasaban uno a uno a recoger sus documentos. Sin embargo, su concentración no estaba en los nombres que el moderador decía, sino en sus vivencias con el peliverde.

Luego de esos meses donde ambos actuaron como imbéciles, donde se evitaban, pero las veces que coincidían congeniaban perfectamente, llegaron al punto donde se aceptaron y admitieron tener una atracción hacia el otro. Y como el asunto de Elec terminó por fin, y ambos prometieron ser directos, pudieron relacionarse perfectamente sin más inconvenientes.

Comenzaron sus citas y salidas, donde actuaron maduramente, diciendo lo que pensaban y dejando de lado las indirectas para ir directamente al grano y evitar malentendidos. ¡Todo lo contrario a sus inicios! Donde las primeras veces, antes de confesarse, habían actuado como tontos al ir con insinuaciones poco claras con las que habían iniciado más peleas y discusiones que buenos momentos.

Pero ese día, cuando Granola volvió de sus dos semanas entre juicios y declaraciones, marcó un nuevo comienzo para ambos. Dos semanas en las que estuvieron incomunicados (aunque sabiendo del otro porque no podían evitar preguntarle a Goku por el contrario), les había dado la oportunidad de aclarar sus mentes y prepararse para aquello que querían iniciar y hacer funcionar.

AntipatíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora