01

6.3K 481 22
                                    

Parpadeo una y otra vez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Parpadeo una y otra vez.

Le dolía el cuerpo a horrores bueno no era de menos un rayo le había caído justo en toda la cara, que suerte la suya.

Lo siento hermosos adonis no podré pagar su sueldo hoy.

Con solo pensar en la cuenta del hospital le hacía doler la cabeza, uno pensaría que se sentiría feliz de estar con vida pero preferiría estar muerta.

Con las deudas que le dejaron sus padres al morir y más los préstamos que había pedido para mantenerse a flote seguramente los médicos intentarían sacarle todo el suero de sus venas.

Bueno aprovecharía la morfina todo lo que pudiera antes de el dolor de cabeza futuro.

Intento pararse pero se sentía muy débil como si su cuerpo fuera de concreto.

—¿Que demonios?...—su maldición fue al aire al notar la sangre seca bajo de ella.

Hijos de perra ella no pagaba sus impuestos para que la dejarán tirada como un perro.

Al estabilizarse noto que se encontraba en un callejón, su ropa no era la misma es más parecía una antigua como los vestidos que usaba su abuela muy recatado.

Sé atrevió a levantar la mirada afuera del callejón notando a varias personas vestidas como ella pero estás usaban colores chillones y otros ni siquiera combinaban.

Y usaban ¿gorros puntiagudos?

Tambaleó sujetándose de las paredes para derrumbarse en la entrada.

Las personas voltearon a verla y se sintió incomoda, escucho jadeos a su alrededor.

Todos empezaron a murmurar ¿tan mal estaba?

—Señorita ¿usted se encuentra bien? —ni modo está de maravilla, señor mire bien estoy cubierta de mi sangre.

El hombre de edad avanzada con el cabello alborotado abrió cómicamente los ojos, no tenía idea que era lo que había visto pero había sido chistoso.

Abrió la boca dispuesta a hablar pero de su boca expulsó sangre oscura y espesa justo como la sangre cuagulada.

Escucho perfectamente las exclamaciones de horror y no podía estar más de acuerdo se veía terrible.

Al bajar la mirada comprendió un poco más las miradas, en su abdomen se notaban rasgaduras en su vestido como si algo filoso la hubiera cortado y chamuscado.

Se fijó en sus propias manos y se veían pálidas tanto así que podía ver sus venas.

—Debo llevarla a San Mungo inmediatamente señorita sujetese —lo miro confundida.

San Mungo conocía esa palabra, se le hacía familiar pero de dónde.

!!!

Un revoltijo en su estómago la obligó a hacerse a un lado vomitando lo que quedaba en su estómago siendo sostenida por el hombre de antes.

𝐌𝐞𝐥𝐢𝐟𝐥𝐮𝐨 || James PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora