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Le dí un mordisco al chocolate negro que tenía en mano mientras caminaba de un lado al otro. Estába nerviosa por el partido de BaseBall. No era el primer partido que había jugado, pero igualmente los nervios nunca me faltaban antes de jugar.

—Lo siento —dice el entrenador detrás mío. Se para a mí lado y me saca el chocolate de la mano—, sin comida hasta después del partido.

Asentí con la cabeza mientras me iba a sentar al lado de Finn. Sabía que el estaba igual de nervioso que yo, solo que lo disimulaba más.

—¿Cuánto falta para que salgamos? —le pregunta un compañero al entrenador. Éste mira el reloj que tenía puesto en la muñeca.

—No mucho —le responde—, cinco minutos.

Giro mi cabeza para ver a Finn, el cuál jugaba con una bandita elástica de color celeste. Supongo que era de su hermana.

—Que nervios, ¿No? —le pregunto, él levanta su cabeza para mirarme y me sonríe.

—Un poco si —dice, estirando la bandita mientras hablaba. El entrenador aplaude, llamando la atención de todos los jugadores, incluyendonos a Finn y a mí.

—Bien, faltan dos minutos —dice, dando un paso hacia atrás—. Ya se que en el anterior partido he dicho lo mismo, pero por las dudas voy a volver a aclararlo; si alguno llega a tener una pelea física con alguno de los rivales, va a ser suspendido por una semana del equipo. Sé que ninguno es capaz —nos mira a todos de reojo, esperando a que afirmemos lo que dijo—, de igual manera, lo iba a tener que decir. Ya saben lo que pasó la última vez, saben que no me gustó nada, así que háganme el favor de no volver a repetirlo. Gracias.

El profesor se dió vuelta hacia la puerta en la que saldríamos de la sala para ir a la cancha.

—Ahora si, salgamos.










Jane, una compañera del equipo, tocó mi hombro con su mano izquierda, mostrando apoyo.

Sabía que estaba nerviosa–en realidad creo que todo el equipo sabía–, y como manera de quitarme los nervios, me demostraba confianza.

—Éste es tuyo —me susurra al oído, mirando al chico que tenía de rival. A los del equipo contrario les quedaba una carrera para ganar. Solo tenía que hacer que el errara la pelota y acabaríamos con más oportunidades de no perder.

Asentí no muy convencida de lo que dijo Jane. Me puse en posición mientras ella se alejaba y me miraba desde lejos, junto al resto del grupo.

—Un, dos, tres...

Tiré la pelota lo más fuerte que pude. Ésta pasó por abajo del chico y él término fallando. Sonreí victoriosa mientras giraba mi cabeza para ver a Jane, la cuál levantó el pulgar hacia arriba y me sonrió de la misma manera que yo a ella.

Volví mi mirada hacia el chico, el cuál me miró de arriba a abajo con tono perdido. No pude ver mucho por el casco que llevaba, pero supe que tenía rasgos asiáticos. Se volvió a posicionar cómo antes, yo hice igual.

—Uno, dos...

Tiré la pelota con la misma fuerza que antes, haciendo que el chico volviera a errarle y quedáramos más cerca de la final.

Suspiré sorprendida de mi misma mientras el chico se movía molesto. Se volvió a posicionar del mismo modo que antes, solo que está vez, ejercía más fuerza al bate que tenía en la mano, y me miraba peor que antes. Creo que no le gusta fallar.

—Uno, dos... Tres.

Tiré la pelota hacia el asiático, éste siguió al balón con la mirada y lo hizo chocar con su bate agresivamente.

See U Later, Bruce YamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora