13.

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Entré a la escuela sin ganas, y antes de que pudiese levantar la vista para ver a cualquier estudiante desconocido, sentí como una mano me tomó del brazo y me tiró hacia el costado.

—Michelle —me dice Gwen, mirandome con una sonrisa triunfadora—, creo que he dado en el bingo.

La mire con el ceño fruncido, preguntándome a qué se refería con eso.

—¿Qué? —le pregunto.

—He soñado algo —me dice, y en cuanto escuchó tales palabras salir de su boca, me quedo helada.

—¿Qué? —pregunto por segunda vez, veo la cara de molestia de Gwen al ver que la palabra que era lo único que había dicho hasta el momento, y de inmediato me apresuro a contestarle con algo más interesante—. ¡Eso es genial!

Dí dos saltos sin importarme la cantidad de alumnos que se nos habían quedado viendo.

—Gwen —tomé a la chica por los hombros y la obligué a mirarme a los ojos. Hice una pausa suspensiva, antes de continuar—; Eso... es genial.

—Si, lo es.

Las dos reímos al mismo tiempo para después quedarnos quietas. Miré a Gwen mientras quitaba mis manos de sus hombros y las colocaba al lado de mi cintura. Gwen empezó a mirar hacia otro lado, y segundos después, agregó:

—Creo que ya hay que ir a clases.

Fruncí el ceño rápidamente.

—Gwen, ¿Es en serio?

—No —me respondió ella con una sonrisa. Me miró para segundos después, agarrarme de la mano y llevarme tirando hacia cualquier lugar.

Las dos corríamos con las manos entrelazadas hacia no se dónde, supongo que Gwen sabía porque ella era la que me guiaba.

En cuanto paramos de correr, me fijé mejor en el lugar en donde estábamos. Era detrás de la cancha de BaseBall. Gwen me impulsó de nuevo para correr y ambas entramos a una especie de oficina.

—¿Que es esto? —le pregunté apenas entramos. Había una mesa con muchos papeles apoyados en ella, escritos con tinta negra y relativamente secos. Se podría decir que eran impresos.

—No lo sé —me respondió, desvíe mi vista hacia Gwen para mirarla con el ceño fruncido.

—Vine aquí porque quiero información sobre lo que soñaste de Bruce —solté, moviendo mi mirada de una esquina a otra para averiguar que era está sala—. Tengo examen hoy.

Gwen asintió con la cabeza.

—No te traje para nada.

Se acercó a la mesa rápidamente y empezó a examinar los papeles escritos en la mesa. Tomaba uno, y cuando veía que no le servía, lo pasaba hacia la otra punta de la mesa.

—Este —murmuró, sentí que fue más hacia ella misma, como si hablase sola—. Si, creo que es este.

Alzó su mirada y la dirigió hacia mí, me pasó el papel escrito totalmente prolijo y en tinta negra. Se veía como que una persona que se tomó paciencia y le puso dedicación lo hubiese escrito, además de que la hoja estaba perfectamente blanca.

—¿Que es esto? —pregunté, elevando un poco la hoja lisa hacia arriba para que Gwen se diera cuenta de que estaba hablando sobre ello, aunque, si no hubiese dicho que estaba hablando de eso, también se hubiera dado cuenta.

—Es mi sueño —dijo, sentandose encima de la mesa, sin importarle que estuviese llena de papeles—. El penúltimo sueño que tuve... no lo recordé. Es decir, lo recordaba la primera hora después de haberlo soñado pero, después se iba de mi mente. Por eso supuse que también tenía que escribir el de Bruce para no olvidarlo...

Sonreí con felicidad. Gwen era realmente muy generosa. Estaba siendo muy generosa.

—Gracias... —le agradecí, me acerqué a ella y rápidamente uní su cuerpo con el mío en un suave abrazo.

—No hay de que —dijo. Se comenzó a ver un tanto alterada cuando desvío su vista hacia el reloj de la pared y vió la hora—. Lo siento pero me tengo que ir. La profesora que tenemos es muy rara y si no vas a clases a la hora exacta, sale ella misma a buscarte por todos los pasillos. No quiero pasar vergüenza por eso.

Solté una carcajada ante la mención de esa profesora. La tuve un día, y, por lo que recuerdo, fue la misma que se largó a llorar cuando un compañero de clases rompió una muñeca Barbie enfrente de ella. Si fue raro, y por lo sucedido, la directora decidió no darle trabajo en cursos mayores.

—Esta bien, vé.

Gwen rozó mi hombro cuando pasó por mi lado y, en pocos segundos, ya se encontraba fuera de la oficina.

Solté un suspiro profundo antes de sentarme en la única silla que había frente a la mesa y aseguré el agarre de la hoja en mis manos. Tragué grueso antes de comenzar a leer:

  
  
"¡Adiós!"
Winston, Louis y Michelle se despidieron de Bruce antes de que éste comenzará a andar en bicicleta en dirección a la casa de su abuela.
Bruce comenzó a andar hacia allí, cruzándose a dos chicas en el camino que lo saludaron como dos enamoradas.

  
—¿Que es esto, Gwen?  —dije, antes de soltar una risa. Me daba gracia como narraba la "historia de su sueño". Cerré los ojos antes de volver a seguir leyendo.

 
Bruce les devolvió el saludo, antes de soltar una risa coqueta.

Segundos después, demasiados segundos después, Bruce notó a una camioneta de color negro a lo lejos, cruzando la esquina en donde estaba él. Miró confundido hacia la camioneta, antes de parar de andar en bici.

Miró hacia el cielo cuando escuchó a unas aves cantar: tres globos negros volaban por encima de los cables de la electricidad. Bruce tragó en seco antes de volver a poner el pie en el pedal de la bici, y empezó a andar en dirección contraria a la camioneta. Asustado, aceleró la velocidad de la bici y miró hacia atrás de él, viendo a la camioneta terminando de doblar la esquina.

Bruce murmuraba algo(lo siento, Chelle, pero no entendí que fue lo que murmuró). Miró detrás de vuelta, y esta vez, se encontró con la camioneta frenada justo detrás de él.

Se bajó de la bici lo más rápido que pudo y la dejó en el suelo, antes de comenzar a correr. El raptor se bajó de la camioneta y lo alcanzó. Primero lo golpeó en la cabeza con algo que no logré ver muy bien que era, y luego, con un pañuelo azul(el cuál se me hacía conocido, no se muy bien de dónde, ya que no uso bandanas), le tapó los ojos y lo llevó hasta la camioneta.

  
   
   
Cerré la hoja y la doblé en cuatro partes, antes de guardarla en mi bolsillo.

No podía imaginarme a Bruce siendo atacado de esa forma. Realmente no podía.

El y yo éramos amigos. No era desde hace mucho tiempo que nos conocíamos, solo dos meses, pero por alguna razón lo extrañaba como si fuese alguien que conocía desde hace un año.

Solté un suspiro suave antes de apagar la luz de la oficina y salir de ésta. El aire frío golpeó en mi cara apenas salí de la oficina, cosa que se me hizo un tanto molesto. No sabía desde hace cuánto tiempo había empezado a hacer este frío.

Subí el cierre de mi campera y comencé a caminar hacia mi salón con las manos en los bolsillos.

 

See U Later, Bruce YamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora