15.

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Claro, ya había llegado hasta aquí.

¿Y ahora como entraba? No iba a tocar la puerta y preguntar si el dueño de la casa habia secuestrado a Bruce.

Pero tenía que entrar de alguna forma.

Empecé a dar pasos seguros—y silenciosos— hacia la casa, pero no fui a la puerta. Alrededor de la casa habian pasillos que supongo que llevaban a un jardin—lo sé porque mi casa, al igual que la mayoria de las de Flishgert, era igual a esa—.

Y gracias a eso, encontré facilmente la manera de entrar.

Encontré una puerta en el patio trasero y me asomé lentamente para ver si habia alguien adentro.

Escuché a un hombre tozer en la parte de adelante de la casa y me asomé.

—¡William, deja de ladrar! —dijo el hombre con voz carrasposa.

La puerta en la q yo estaba viendo todo, estaba abierta, y en cualquier momento me podría meter sin ningún problema.

El hombre agarra una bandeja y la pone encima de la mesada para desoues agregar comida. Pensé que podía llegar a ser su desayuno, pero en cuanto ví lo que iba a comer me quedé recalculando.

Tostadas trituradas en pedazos, un poco de crema de leche con demasiada pimienta, y una soda.

¿Que clase de psicopata tritura las tostadas?

Sostuvo la bandeja con una mano y con la otra, agarró una llave colgada en la pared.

Cuando lo perdí de vista, se me dió por entrar y seguirlo.

Estaba mal lo que hacía, si solo era un sueño y la casa era de una persona totalmente normal, me podrían denunciar por entrar a casa ajena sin autoridad.

Pero bueno, tambien por otro lado podría ser verdad y podría salvar a un amigo, así que entré.

Por las dudas, empecé a abrir todos los cajones silenciosamente, en busca de un cuchillo. En cuanto lo encontré, fuí directo al unico lugar en donde el secuestrador activo de niños se pudo haber ido: la escalera.

Había una puerta abierta por debajo de la escalera, y lo más probable era que el haya entrado ahí.

Tenía dos opciones:

Una era bajar y encararlo. Ver que tenía escondido ahí abajo y preguntarle si él era el de los secuestros—cosa que supongo qur nunca se lo habría imaginado—.

Y segundo fue esconderme, esperar que el suba, y en cuanto se vaya ir y bajar a ver que tiene ahí.

Aunque la segunda opción era la más tentadora porque yo estaba muerta del miedo, me armé de valor y bajé a ver que había ahí abajo.

Bajé las escaleras con muchisima precaución y bien metida en el papel de estar siempre alerta.

Las escaleras rechinaban y hacían un ruido que tranquilamente el hombre podría escuchar, así que empecé a bajar más rapido.

—Entonces eras deportista... —dice una voz suave, me alarmé al suponer que podía ser de otro hombre y podría estar enfrentadome a varias personas.

Retrocedí un paso hacía arriba en la escalera, tomando en cuenta la opción de irme al carajo y hacer otro plan en vez de esto.

La puerta se abrió de par en par en solo dos segundos, lo cual hizo que me tensara como nunca antes.

Abrí los ojos en modo de shock al ver que el hombre se me hacía conocido. Tenía una mascara que le tapaba de la nariz para abajo y solo debaja a la vista sus ojos azules.

See U Later, Bruce YamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora